Son 19 en 7 kilómetros. Los que tenemos que atravesar todo el pueblo de Gordexola varias veces al día para ir a trabajar o volver a casa sabemos lo que es e imaginamos lo que le puede suponer a alguna persona con alguna limitación de salud. Tengo 40 años, el pasado septiembre me trasladaron en ambulancia desde Artziniega a Cruces con una hemorragia importante. Mi estado hemodinámico era malo y se optó por llegar al centro hospitalario por el camino más corto en cuanto a distancia se refiere, lo que incluía pasar los resaltos de Gordexola. Recuerdo cómo la ambulancia frenaba en cada uno de ellos y la aceleración posterior al salir de cada badén; eso es peor que el hecho de pasarlos. No se me olvida el último de ellos, bastante alto, para entrar a las Urgencias de Cruces. Algo inaudito. Durante años ha habido diferentes movimientos llegando a altas instituciones como al Parlamento Vasco o Europa para sustituir esta opción de calmado del tráfico pero hasta la fecha sin éxito. El fiscal general en Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, señala que “todo resalto que no cumple la norma es un obstáculo en la calzada y por lo tanto denunciable y sancionable”. Distintos estudios recogen que los resaltos son perjudiciales para la salud de los pacientes porque alargan el tiempo de traslado y agravan el estado general del paciente. Asociaciones como Stop Accidentes no apoyan esta iniciativa debido a los riesgos que entraña y abogan por buscar otras alternativas ya existentes en Europa. Mi caso fue este. ¿A cuánta gente más con fracturas, de parto, con infartos? les habrá ocurrido y les ocurrirá? ¿Qué consecuencias tendrán los resaltos en el pronóstico de su salud? Hasta que esto no le pase a un político o a un familiar suyo este tema seguirá sin resolverse.
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