AHORA que las ministras hablan de dotar de lenguaje inclusivo a la Constitución, se nos plantea un serio problema... ¿tendremos que cambiarle el nombre a Marijaia? La vicepresidenta y ministra de Igualdad ha pedido a la RAE que revise la Constitución para “adecuarla a un lenguaje que incluya a las mujeres”. ¡Tanto lenguaje inclusivo y ella se apellida Calvo! ¿Por qué no Calva? Lo realmente interesante hubiera sido que la ministra exigiera que la academia tuviera el mismo número de mujeres que de hombres. Porque igualdad es poner siempre a la mejor persona en el mejor lugar, independientemente del neolenguaje y que termine en o o en a. ¿Qué va a ser lo siguiente quitar un león de la entrada del Congreso para poner una leona? ¿Que a los animales les cambien el nombre y les pongan la búha, el abejo, el rano...? Para ser justos, eso lo inventó Ibarretxe con “vascos y vascas”. El sexismo o sexisma no se erradica alterando las palabras y los palabros. Que el lenguaje sea algo dinámico tampoco significa que pueda evolucionar naturalmente hacia cualquier dirección porque entonces quizá los vizcainos varones se puedan ver excluidos y pidan que al emblema de la Aste Nagusia por excelencia se le llame Marijaio o tal vez ¿Jaio Mari? Y el colectivo LGTBIxyz aducirá que es mucho más inclusivo que se le bautice como Marijaie. Y todos terminaremos hablando en bable.

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