Educación: datos y responsabilidad
HACE algunos meses, en un artículo que versaba sobre el sistema educativo que tenemos, hice mención al lingüista Koldo Mitxelena, quien solía manifestar aquello de que el euskera era demasiado débil para usarlo como arma arrojadiza. Parafraseaba al lingüista afirmando que en lo que concernía a lo educativo era aplicable también dicha reflexión, pues la educación es demasiado importante para usarla en el pimpampum político cual ariete contra, en este caso, el Gobierno vasco. Afirmaba y mantengo que la educación es uno de los temas claves en la agenda de cualquier gobierno, vital para cualquier sociedad. Insistía, e insisto, en que requiere acuerdo y consenso, participación de todos los elementos concernidos en el hecho educativo, diálogo, debate, generosidad y amplitud de miras. Escribía y me ratifico en aquello de que la educación es mirada larga, no ariete, es motor de la sociedad que no puede estar sujeta a intereses partidistas; ni sindicales, añado en esta ocasión.
Es una obviedad manifestar que el mejor lugar para negociar y discutir de cualquier tema, también de cuestiones que afectan directamente a la educación, está en las mesas de negociación. Y para ello, obviamente, se requiere una mínima voluntad de llegar a acuerdos de mejora, partiendo siempre de algo que podríamos calificar como “principio de realidad”, principio que independientemente de que guste más o menos es una realidad presente. No es preciso decir que en el ámbito educativo, a todos los niveles, otros ámbitos de presión y demostración de fuerza utilizables son la última de las últimas plazas para discutir y dirimir conflictos; entiéndase que entre los afectados por las tensiones creadas en este caso hay jóvenes, niños y niñas hasta tiernos infantes de muy pocos años, incluso de dos. Es bueno saber que los sindicatos con presencia en los diferentes estamentos educativos ya habían anunciado antes del verano un otoño caliente en la red pública. De hecho, se convocaron cinco días de huelga (9-16-23 y 30 de noviembre y 12 de diciembre), posteriormente a las del 22 de marzo y 16-23 de mayo y antes de reunirse en la mesa negociadora, mostrando así su escasa voluntad negociadora. Es conveniente saber que en la mencionada mesa negociadora y siempre que la normativa lo ha permitido, el Departamento de Educación ha venido adquiriendo compromisos importantes a pesar de que los sindicatos no han querido y/o decidido acordar. Bien, pues a pesar de ello, el Gobierno vasco anunció varias medidas de calado como que las sustituciones serán en Primaria desde el primer día, la firme voluntad del Departamento de Educación de reducir la tasa de interinidad del 27% al 17% anunciando para ello la convocatoria de 5.000 plazas durante la legislatura a través de OPEs anuales dando en paralelo una mayor estabilidad laboral a los interinos? Dicho ello, es también obvio reconocer que todo el mundo tiene derecho a reclamar mejoras, por supuesto, en el contexto de “principio de realidad” antes mencionado. Y hay datos objetivos que dibujan dicho “principio de realidad”, al menos en mi humilde opinión. A modo de ejemplos:
las condiciones laborales de los profesores de la Enseñanza (estamos hablando de la red pública), no son malas, mejor dicho, son buenas (por cierto, las más altas del Estado) a pesar de que, efectivamente, han perdido poder adquisitivo, como la inmensa mayoría de la sociedad. En cualquier caso, es cuestión importante, que los sindicatos ya conocen, el hecho de que el incremento salarial viene limitado por los presupuestos del Gobierno central. En Euskadi, los profesores interinos cobran íntegramente las vacaciones de verano si han trabajado al menos 5 meses durante el curso.
Hablando de ratios, y con el único ánimo de aclarar, ya que se suele denunciar reiteradamente por la parte sindical un incremento constante del ratio de alumnado por aula. Pues bien, para dar algunas cifras: en Infantil ronda los 18,53 cuando el ratio máximo son 23; en Primaria ronda los 19,81 cuando el tope, acordado con los sindicatos, es de 25 alumnos por aula; y en la ESO son 21,12 alumnos cuando el ratio máximo son 25 alumnos/as por aula.
Otro tema recurrente en la denuncia sindical suelen ser la sustituciones. Nos guste o no, mucho o nada, las sustituciones también las limita un Real Decreto, al que el Gobierno vasco presentó un recurso del que espera una resolución y mientras ha continuado y mantenido el cuadro de sustituciones (más ventajosas que las del Estado). Y efectivamente, tal como se comprometió el Departamento de Educación, las sustituciones de Educación Primaria serán desde el primer día.
También se suele achacar sistemáticamente al Gobierno vasco y al Departamento de Educación en particular la nula voluntad en la apuesta por la educación, nula voluntad plasmada en los presupuestos correspondientes. Pues bien, en los presupuestos presentados para 2018, Educación representa el 26,2% del dinero disponible por este gobierno para gasto, aumentando su peso en el total en 3 décimas desde el año pasado (supone un aumento de 51.404.000 euros). Otro dato: el incremento acumulado 2013-2018 supone un aumento neto de 302.992.415 euros. Y una breve comparación: la inversión media por alumno vasco es de 9.868 euros, mientras que la media en el conjunto de Europa ronda los 9.353 euros.
Nuestro sistema educativo tiene sus características y peculiaridades. Además de tener dos lenguas oficiales, es un sistema equitativo que supone una fuerte inversión. Bien, es cierto, hay que reconocerlo, en relación a los resultados algunos indicadores señalan que debemos mejorar. Pero la foto de nuestro sistema educativo lo componen muchos indicadores: ahí está el grado de sociedad con estudios superiores, la tasa de abandono temprano (7,3%), o la tasa de escolarización con 2 años (más del 90%, cuando en España es un dato residual pues se escolariza a partir de los 3 años).
Tenemos un buen sistema educativo, sí, es bueno, se puede y debe mejorar, obviamente, pero no se nos olvide el “principio de realidad” del que no nos podemos escapar y con el que tenemos que gestionar adecuadamente por el bien de la sociedad vasca. Ello concierne a todos los agentes educativos. De ahí la importancia del pacto educativo, antesala de una Ley de Educación que abarque el conjunto de todo el sistema educativo vasco. Es responsabilidad de todos y todas.
Insisto, y alguna otra vez también me he manifestado en estos mismos términos: contamos con un distema de calidad, fruto del impulso de las instituciones y los agentes, asentado en la colaboración entre una red pública y otra concertada que ha conseguido importantes avances desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades. Un sistema en el que el objetivo de la excelencia y el reto de aceptar su papel como palanca de cambio de la sociedad son una auténtica oportunidad para su mejora y que debe avanzar pasos hacia un pacto educativo que desemboque en una Ley de Educación para el conjunto del sistema educativo vasco.
Son retos propios del sistema en el que los docentes y la orientación pedagógica juegan un papel decisivo. Un sistema educativo vasco que impulse la educación en valores como base de la convivencia, la paz, la conciliación, la solidaridad, la igualdad de oportunidades, la tolerancia, el esfuerzo, la corresponsabilidad y el bienestar ciudadano.
Repito, es responsabilidad de todos y todas. Altura de miras. Y respecto a las huelgas convocadas y a convocar: En mi nombre, no.