Un espectador menos en La Sexta
En su reseña periodística un crítico de televisión afirma que ha decidido dejar de ver La Sexta. Le llama La Secta, en homenaje a Esperanza Aguirre. Dice el desertor que abandona porque tiene miedo a Antonio García Ferreras cuando en su programa Al rojo vivo, que sería más propio llamar Quemar vivo al disidente, se desmelena poniéndose descaradamente en contra del referéndum catalán y se le hincha la vena del cuello a punto de reventar. También se siente acosado por Ana Pastor cuando interrumpe a sus entrevistados y se convierten en muñecos para su gloria personal. A Mamen y a Hilario ya no les tendrá que soportar cuando corrigen a algún tertuliano que razona sin el fanatismo de ambos en su “imparcial” MVT reiterando que el referéndum catalán es ilegal, mofándose de Puigdemont. También La Sexta alardea de su primer espada, Jordi Évole, el considerado l’enfant terrible que hace entrevistas impertinentes con las cartas marcadas porque tiene que agradar al amo que le da el pienso. El crítico se siente alborozado porque ya no tendrá que soportar al empalagoso Iñaki Lopez, que provoca los instintos más primitivos en el gallinero de La sexta noche. También algo triste porque ya no podrá divertirse con Eduardo Inda y Francisco Marhuenda que tienen la misión de mover el estercolero para crear el ambiente de bronca necesario para que la chusma disfrute. Lamenta, no obstante, que tenga que dejar de escuchar a Jesús Maraña, Elisa Beni, Ignacio Escolar o Javier Aroca, profesionales ejemplares que son referencia a la hora de informar con rigor.