Decepcionante Papa Francisco
El nombramiento del Papa Francisco, al igual que ocurriera con Juan XXIII y con Pablo VI en su día, despertó simpatías en muchos ámbitos de la Iglesia e incluso en amplios sectores de laicos e increyentes.
Y ciertamente ha tenido algunos gestos que han sido muy bien recibidos. Pero sus declaraciones, aireadas recientemente, con motivo de las credenciales que le presentó el embajador de España ante la Santa Sede me han decepcionado enormemente y me han parecido además profundamente desacertadas.
Según los testimonios publicados, el Papa reiteró al nuevo embajador español que el Vaticano no reconoce “movimientos secesionistas o de autodeterminación que no sean resultantes de un proceso de descolonización”? Procesos actuales como el de Escocia o Cataluña “generan división”.
Aparte de dejar patente mi desacuerdo con esas declaraciones, pues pienso que los pueblos tienen derecho a la autodeterminación si así lo deciden sus ciudadanos, considero particularmente desafortunadas esas afirmaciones. Sobrados andan la Iglesia y el Papa, como cabeza visible de la misma, de asuntos en los que ocuparse y a los que hincar el diente en su seno. De manera especial en esta oportunidad quisiera señalar la cuestión de que el Vaticano deje de ser un estado; el Papa, el jefe del mismo, y que desaparezcan de una vez las nunciaturas apostólicas que son nido de intrigas y otros temas de mayor alcance.
Creo que poco tiene que ver ese Estado Vaticano y su estructura con las enseñanzas del evangelio y con la trayectoria del santo de Asís de quien por cierto tomó el nombre este Papa. Para terminar le recomiendo la lectura de la obra El derecho de autodeterminación de los pueblos, escrita por un jesuita, como él, José Antonio Obieta Chalbaud, que fue ilustre profesor nuestro de Derecho Internacional en la Universidad de Deusto.