ESPERO y deseo que lo que expresa, escribe y cómo usa las palabras el ciudadano Jesús González Pazos no refleje las opiniones de la organización Mugarik Gabe, en relación al artículo que ha publicado este 12 de agosto en el diario DEIA, refiriendo y expresando los principios éticos de respeto y solidaridad hacia Venezuela. En primer lugar, porque, eludiendo el fondo del asunto del título, es decir el origen y por qué de su respeto y solidaridad hacia Venezuela, usa y elabora un discurso idéntico y falto de ética a lo que critica y dice usar a la “totalidad del universo político y comunicativo vasco y español”.

Logra con el artículo, como él mismo bien describe y acusa a ese universo político y comunicativo,“ahogar la más mínima objetividad sobre lo que está ocurriendo en ese país latinoamericano”, lo que entiendo que no es ni respeto ni solidaridad de ninguna especie.

Me limitaré a indicar lo que me parece más relevante desde una ética del deber, y que claramente se expresa en la declaración de los derechos humanos, que estoy seguro que el señor González Pazos, la organización en nombre de quien escribe, sus socios en ella y en general los ciudadanos de bien compartimos.

No refleja ningún respeto comparar ámbitos y constituciones específicas de diferentes estados y/o naciones, en un ejercicio comparativo de similitudes y actuaciones, con afirmaciones relativas a universos políticos y comunicativos. Olvida a las personas y ciudadanos que la componen e integran.

Tampoco, a nuestro entender, respeta el carácter de la consulta que menciona de los ciudadanos venezolanos, que ha sido convocada, de acuerdo a la Constitución Venezolana, por la Asamblea Nacional, debidamente elegida y empoderada para ello.

Olvida, quizás por falta de datos, o por otra irrespetuosa o insolidaria causa, vaya usted a saber, que la convocatoria a la asamblea nacional constituyente propuesta por el señor Maduro no ha sido realizada de acuerdo a la Constitución, que juró cumplir y hacer cumplir.

Tampoco es nada solidario el denegar a la ciudadanía sus derechos de participación y de decisión, que, en el caso venezolano, se adquieren por nacimiento, por residencia y posterior naturalización y puede ejercerse, de acuerdo a los diferentes tratados, en más de una nación, y este es el caso concreto de Venezuela y España.

Pero no entraré en los detalles jurídicos de esos derechos, ni de las obligaciones que los mismos conllevan, ya que a lo que quisiera llegar es al uso inadecuado de su referencia “de los 60.000 venezolanos y venezolanas censados (niños y niñas incluidas)”, sin indicar, claro está, ni el origen de ese censo, ni si dichos datos provienen de los consulados y embajada venezolanos, del INE, o los datos de inmigración del Estado español.

Como ejemplo, solo le pondré tres de mi propia casa, mis dos hijos y mi mujer, venezolanos por nacimiento, hoy ciudadanos españoles y acogidos al convenio de doble nacionalidad vigente, ¿no tienen derecho, según usted, a expresar su opinión y responder a una consulta emanada desde la Asamblea Nacional, legalmente constituida y en los términos que ella estableció?

¿Cree que su solidaridad se justifica con que en base a su alegato, al concluir el artículo, mencione que su único “fin era y es la denuncia de la hipocresía, casi monolítica que reina en la clase política tradicional y mediática vasca y española con el proceso político y social de ese país latinoamericano”, es suficiente, o por el contrario lo que prima en su justificación es la magnanimidad que usted atribuye al señor Maduro de quien declara que ”ni fue capaz de obstaculizar, y mucho menos prohibir”, la consulta?

A este respecto déjeme decirle que me asalta la duda de si usted mismo no peca de esa misma hipocresía cuando en el artículo pudiera haber tenido en cuenta en sus comparaciones y análisis las declaraciones expresas, tanto de la OEA (Organización de Estados Americanos), la HRF (Human RigthFoundation), la declaración de Cancilleres Lima y de la ONU, que condenan y consideran al señor Maduro como un dictador y violador de los derechos humanos.

Me parece irrespetuoso y nada solidario que olvide a los más de 130 muertos que lleva Venezuela en estos últimos meses, de jóvenes sin futuro, pidiendo corredores humanitarios para los alimentos y medicinas, libertad para los presos políticos y salud y educación. Pudo haberlos mencionado.

Le ruego, pues, que si siente respeto y solidaridad por Venezuela, elabore sus escritos con la perspectiva de sumar, no olvide que la solidaridad sin gratitud por lo que se recibe no es solidaridad, y no meta en sus fines de justificar la hipocresía de nadie, al Pueblo Venezolano. Y no olvide la lógica elemental: si la mayor falsa, conclusión falsa, por muchas verdades que contenga la menor.