LA Ramona es barrigona, su cuerpo da miedo verlo. Ramona, te quiero”. “Creyéndola una ballena la han cazao los balleneros. Ramona, te quiero”. “Un cacho carne con ojos, eso es lo que eres, Ramona”. Si la letra les impacta, prueben a ver el vídeo, pero les advierto que la coreografía de Esteso les dejará marcados de por vida. Este hit pretendidamente humorístico es de las primeras canciones sexistas que recuerdo, junto con la de la niña que fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que lavar, planchar, coser, barrer, cocinar, bordar y tejer, “así tejía, así, así, así tejía que yo la vi”. Que digo yo que, además de verla, Fofó ya le podía haber echado una mano. Tampoco he olvidado aquella del barquero que decía que “las niñas bonitas no pagan dinero”. Cuatro décadas después lo sigue manteniendo algún discotequero. O esa otra del capitán de un barco inglés que en cada puerto tiene una mujer, “la rubia es fenomenal y la morena tampoco está mal”. Todo un precursor de Maluma y sus cuatro babys: “Siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero”. La lista de despropósitos es interminable. “Hoy voy a asesinarte, nena. No me volverás a engañar”, cantaba Siniestro Total. “Quisiera enrollarme a una mujer policía para estar jodiéndola todos los días”, proclamaba Eskorbuto. Y así desde el principio de los tiempos hasta nuestros días. El otro día le oí tararear al crío Despacito y casi me desmayo, pero oído lo oído, ¿qué hay de nuevo, amigos?
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