Una polarización extemporánea
En lugar de extender por interés las acusaciones, la izquierda abertzale debería admitir su responsabilidad en la situación penitenciaria, que no es del todo ajena a algunas de sus directrices políticas todavía recientes
LA polémica en torno a las actitudes y actos posteriores al fallecimiento por una insuficiencia coronaria del preso Kepa del Hoyo en la cárcel de Badajoz, donde cumplía una condena acumulada de treinta años por delitos de asesinato, atentado y colaboración, parece pretender rememorar tiempos veraniegos de tensión y polarización política que, sin embargo y por suerte, la absoluta mayoría de la sociedad vasca ha dado por superados hace tiempo. En ese extemporáneo interés de polarizar y recuperar un protagonismo decreciente se debe situar la alharaca del portavoz de Sortu, Arkaitz Rodríguez, quien ha tratado de ligar artificiosamente el fallecimiento de Del Hoyo con la política penitenciaria que mantiene el Gobierno de Mariano Rajoy y a esta con las negociaciones políticas mediante las que el PNV y el Gobierno vasco han logrado acuerdos harto beneficiosos para el autogobierno de Euskadi y el desarrollo de la sociedad vasca y en las que la propia izquierda abertzale confió en su momento para lograr cambios en la situación de los presos. También cabe enmarcar en un interés de polarización similar pero de sentido inverso los vanos intentos de dirigentes del PP de achacar al PNV no haber impedido los actos desarrollados por la IA así como la decidida postura de los jeltzales -refrendada por las iniciativas del Gobierno que preside Urkullu- a favor de políticas que favorezcan la reinserción. Son actitudes que solo contribuyen a dificultar la resolución del problema de los presos como una de las consecuencias pendientes tras el fin de la violencia y, por tanto, el cierre definitivo de esa trágica época de nuestra historia reciente. En lugar de tratar de galvanizar a su masa social con actos y declaraciones que ni siquiera se comprenden en la intención de aglutinar a los más recalcitrantes de los suyos, la izquierda aber-tzale, Sortu, debería admitir su parte de responsabilidad en la situación de buena parte de los presos, que no es ajena precisamente a directrices políticas que hasta hace bien poco demonizaban, cuando no perseguían, la aceptación de las vías legales para el cambio de grado penitenciario y la reinserción. Y el PP, en lugar de abonar con su intransigencia la utilización victimista de cualquier incidente, debería facilitar que la apertura del colectivo de presos al cumplimiento de las vías legales de reinserción contribuya asimismo a una normalización definitiva de la convivencia y las relaciones políticas.