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En busca del círculo virtuoso

El ciclo de la crisis parece haber quedado tan atrás que empieza a preocupar más el margen de sostenibilidad del vigente ciclo de crecimiento cuando aún no se han compensado las heridas pasadas

LAS perspectivas de crecimiento de la economía vasca apuntan a que el próximo año volverá a consolidar el ciclo de incremento de la actividad y el PIB. Con 2018, serán ya cinco los años consecutivos de comportamiento positivo de la economía vasca que, si bien comenzó en 2014 con dificultad, apunta ya cuatro ejercicios por encima del 2,5%. El período de bonanza se prolonga pero la preocupación es su sostenibilidad. Los ciclos económicos son caprichosos y aspirar a una década de crecimiento continuo requiere de cierta mesura en el análisis. Es por eso que, aunque las secuelas de la crisis de 2008 en el empleo y el tejido empresarial vasco no se han suturado completamente, es lógico que se midan estrategias para asegurar una estabilidad para cuando el ciclo de las exportaciones no sea tan álgido. En ese marco, es comprensible que el consejero de Economía, Pedro Azpiazu, ponga sobre la mesa -de nuevo, ya que viene clamando en el desierto en el mismo sentido desde hace medio año- la oportunidad de consolidar el crecimiento mediante la mejora de los salarios y la recuperación de la inversión pública. Con las salvedades propias de las circunstancias individuales de cada empresa, las instituciones vascas -recientemente era de la misma opinión el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria- abogan por el incremento salarial. Lo hace Azpiazu predicando con el ejemplo al sugerir que los funcionarios, como colectivo de referencia, deberán ver incrementadas sus nóminas en la medida de la disponibilidad de recursos públicos. El círculo vicioso que produjo la crisis, -con caída de pedidos, dificultades de financiación, sobrecostes de producción derivados de la menor demanda y destrucción de empleo- deberá ser sustituido ahora por un círculo virtuoso en el que la inversión pública y los salarios no solo se beneficien, sino que coadyuven al crecimiento. Lógicamente, el punto de central de ese círculo tendrán que ser los márgenes empresariales como antes lo fueron las regulaciones de empleo. Trasladar parte de los mismos a las nóminas revertirá en recaudación por IRPF, en disponibilidad de gasto (más IVA) y en demanda interna de consumo. El cierre del flujo volverá a los rendimientos de las empresas mediante más inversión pública y demanda. Es una alternativa factible al mero modelo recaudatorio de incidir en el impuesto de Sociedades.