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Carta a la bandera

Hace algún tiempo, por motivos de trabajo, nada que ver con la política, tuve el honor de enseñarle la ciudad de Pamplona/Iruña a un hombre importante en su país, Georgia. Paseando por debajo del Gobierno de Navarra, se fijó en la bandera. Me preguntó: ¿Esa

bandera de qué es? Le respondí con orgullo: Es la bandera de

Navarra. Me miró con emoción y me dio un beso (los georgianosson muy afectuosos y besucones). Además de ingeniero, Rezzo Djindjolia fue secretario general del partido comunista y aunque no vio la hoz y el martillo en el rojo de la bandera se emocionó.

Esto viene a cuento de que resulta que unos navarrísimos del PP, UPN y Ciudadanos quieren hacer una manifestación a favor de la bandera de Navarra. Una insensatez de tamaño descomunal; tan descomunal como la porquería que quieren tapar. Dan risa y mucha pena. El PSOE (¡horror!) quiere copiarles apoyando. Es como si Marine Le Pen convocara una manifestación en París para defender la bandera francesa. Los franceses pensarían que se había vuelto loca. Es como quien tiene sus joyas empeñadas y va a pedirlas prestadas para lucirlas. Señores políticos navarreros, la bandera roja de Navarra no es para limpiarse la mierda. Para eso está el papel higiénico y la ducha con esparto y jabón. A todos los navarros nos emociona nuestra bandera. A unos más si lleva la hoz y el martillo. El beso del georgiano me hizo

gracia, pero ustedes me dan mucha pena. Menos mal que los navarros no somos tan tontos como ustedes piensan.

Atención. Es roja como el fuego del infierno.