¿Casta o caspa?
TANTO decir que eran casta y al final eran... caspa. Aquí algún dato que lo confirma. Solo cinco de los 350 diputados que conforman el Congreso han renunciado al móvil de última generación que les facilita la Cámara, iPhone por supuesto. Quizá si les hubiesen ofrecido un Galaxy Note 7... Un total de once han prescindido también del iPad que se pone a su disposición, no vaya a ser que no puedan jugar on line con Villalobos. Y ¡ojo! solamente 47 de 350 han dicho no a la tarjeta de taxi de 3.000 euros al año. Y ya les informo que no está ningún ministro, a pesar de tener coche oficial. Hay que recordar que, además del taxi, el Congreso cubre a los parlamentarios los transportes en cualquier medio, así como los gastos derivados de aparcamientos. En el Senado, más de lo mismo. Algo más de 1,3 millones de euros es la cantidad que la Cámara Alta tuvo que afrontar entre 2012 y junio de 2016 -imagínense todos los meses y meses de inactividad que hay en medio- por los cargos en las tarjetas de taxi de las que disponen los senadores para sus viajes en Madrid. Incluida Rita Barberá, quien cuando no pasa una factura de 2.000 kilos de naranjas, pasa los tiques del taxista. ¿Alguien se acuerda de aquel representante público que iba a Canarias a ver a su novia y al que le pagábamos reiteradamente sus viajes en avión? ¿Y de los que tienen casa en Madrid pero no renuncian a la bonificación para vivienda? Además de casposos, cutres.
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