La reválida de la educación
El problema del sistema educativo en el Estado radica en la despreocupación presupuestaria por sus necesidades y no en la imposición de reformas uniformizadoras y evaluaciones que no contribuyen a su eficiencia
EL dibujo de la situación de la Educación en el Estado español que se desprende del estudio Education at a Glance 2016 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lleva a cuestionar nítida y directamente tanto la escasa relevancia de la educación en las prioridades presupuestarias del Gobierno de Mariano Rajoy como las políticas educativas desplegadas mientras José Ignacio Wert estuvo al frente del ministerio del ramo y la continuidad de las mismas tras su sustitución por Iñigo Méndez de Vigo. Porque las estadísticas conocidas de fracaso (41% de los jóvenes de 18 a 24 años sin título de ESO) y abandono (23% de estos) escolar no pueden separarse de los índices contemplados en el informe de la OCDE sobre el gasto educativo en el Estado, que se ha reducido en 7.000 millones en cinco años, que en 2015 apenas fue del 4,3% del PIB y caerá este año al 3,9%, en contraste con el 5% de media de los países de la OCDE o, sin ir más lejos, de Euskadi, donde hace dos años se alcanzaba una inversión de 9.826 euros por alumno (9.207 de media en la OCDE y 9.280 en la UE), frente a los 8.144 euros de la educación española. Todo ello se traduce, por ejemplo, en un mayor ratio de alumnos por profesor (uno por cada 9,1 alumnos en Euskadi y por cada 13,2 alumnos en el Estado) y un mayor número de horas lectivas anuales (104 más por profesor que la media de la OCDE) con la lógica incidencia en la calidad de la enseñanza y, por tanto, en las bases del desarrollo social y económico. Y ahí, en esa despreocupación por las necesidades de la educación, radica el verdadero problema del sistema educativo en el Estado y no, como se ha pretendido y pretende desde el Gobierno español, en otras características del sistema educativo bajo permanente reforma y en continua tensión uniformizadora con la excusa de las desigualdades que precisamente se originan en la muy diferente relevancia otorgada a la educación a la hora de destinar recursos públicos. Más en concreto, la solución no pasa por los mecanismos de evaluación o la imposición de las reválidas (4º de ESO y 2º de bachillerato) que se aprobaron en julio para el curso 2017-2018 y que en lugar de minorar el fracaso y el abandono escolar contribuirán, según los expertos, a su incremento; sino en proporcionar a la enseñanza los recursos necesarios para mejorar su eficiencia.