FINALIZADO el verano, el sistema educativo vasco vuelve a ponerse en marcha con la vuelta de las alumnas y alumnos a las aulas y el inicio de su calendario lectivo. El curso comienza con una incertidumbre principal, provocada por las dudas que existen en torno a la vigencia de la LOMCE, cuyo futuro dependerá finalmente de cómo se resuelva la gobernabilidad en el Estado. El sistema educativo vasco observa con preocupación la posible llegada de las reválidas que se derivan de la reforma que el Gobierno de Rajoy impuso, desde su mayoría absoluta, en contra de la opinión mayoritaria de los agentes implicados en la enseñanza. Nadie cuestiona la necesidad de las pruebas diagnósticas que ayuden a mejorar el proceso formativo, pero el modelo de examen, externo y uniformizador, que las reválidas anuncian, además de cuestionar la capacidad competencial de la CAV en materia educativa, supone la imposición de un modelo formativo basado exclusivamente en la importancia de los contenidos y de la propia evaluación y ajeno a las necesidades formativas de los jóvenes estudiantes en un mundo que cambia aceleradamente. Pero al margen de las decisiones de carácter político, el ámbito educativo asume sus retos propios, en los que la orientación pedagógica y los docentes adquieren un protagonismo fundamental. Educadores, maestros y profesoras se enfrentan al reto de acompañar y motivar a los niños y adolescentes en su recorrido educativo, en una función en la que su preparación y formación continua adquiere una importancia relevante. Los alumnos a los que los docentes deberán acompañar, adiestrar y orientar son niños y jóvenes vascos bilingües, nativos digitales, que aspiran a una educación multilingûe y multicultural, donde la capacidad de aprendizaje debe combinar la adquisición de contenidos con el desarrollo de la autonomía personal necesaria para enfrentarse a la toma de las decisiones que les impondrá la vida. Para ello, Euskadi cuenta con un sistema educativo de calidad, fruto del impulso de sus instituciones y agentes, asentado en la colaboración entre una red pública y otra concertada, que ha conseguido importantes avances desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades. El objetivo de la excelencia y el reto de aceptar su papel como palanca de cambio de la sociedad son una oportunidad para su mejora.