No estaban cuatro y cuatro, ni estaban cuatro contra cuatro; en mi humilde opinión hubo un empate. Cuando un partido es malo y termina en empate, suelo decir que merecían haber empatado a menos uno, en este caso, también el empate es a menos cuatro. Fue malo y excesivamente distanciado con la fecha electoral, por lo que jugaron a no “meter la pata” o lo que es lo mismo ¡ni jugaron!.

Quizás el único que se expuso fuese Albert Rivera para conseguir llevarse el electorado del PP. Estuvo incisivo con Rajoy, al que acusó del inmovilismo y de pasar de puntillas por la corrupción e incluso, de llevarse dinero de la caja B. A Iglesias le acusó del dinero recibido de Venezuela, aunque el líder de Podemos se defendió diciendo que la causa esta archivada.

Pablo Iglesias, quizás jugó con la ventaja que le dan las encuestas y jugó a empatar, es decir, a no cometer ninguna salida de tono y procurando llevar el debate bastante llano en el tono, a pesar de que a última hora y ante el ataque de Rivera, tal vez se le fue un poco la “vena roja”. Quiso llevar también un debate sin enfrentamientos con Pedro Sánchez, pero sorprendentemente el Sr. Sánchez parece que quería un enfrentamiento directo con Iglesias, algo que solo podía beneficiar al PP y a Ciudadanos, aunque quizás buscase el enfrentamiento con Podemos para intentar restarles algún que otro voto, cosa que no creo haya conseguido. Igual, si el tono hubiese sido distinto el resultado hubiese sido otro. Por lógica, sentido común y tendencias políticas, se tendrán que necesitar una vez pasado el día 26... o no! Tal vez quieran no llegar a acuerdos con nadie y convocar nuevas elecciones.

¡En resumidas cuentas!, un debate descafeinado, endeble, sin propuestas y repitiendo la consabida “retahíla” del “tú mas”.