Un familiar sufre una enfermedad que requiere seguimiento y supervisión contínua en el hospital de Cruces. Es por eso que nos hemos convertido en usuarios habituales de Ambulancias Bizkaia. Un servicio de transporte hospitalario que solo puede ser calificado de pésimo e, incluso, inhumano. Porque inhumano es tener a personas enfermas esperando durante horas en una silla de ruedas a que les trasladen. El ejemplo más reciente de lo que denuncio lo vivimos el 17 de marzo. Avisada la ambulancia con dos días de antelación de la hora a la que tenía que recogernos llegó con una hora de retraso, con los consiguientes nervios ante el temor de llegar fuera del horario de consulta. Para regresar a nuestro domicilio, más de lo mismo, pero todavía peor: tuvimos que esperar dos horas y cuarto hasta que nos recogieron. Y luego, ir dejando a otros pacientes en sus domicilios hasta que por fin llegamos al nuestro. Mi familiar llegó mareada, helada e indignada. Cuando hablas con los trabajadores de las ambulancias para expresarles tu malestar, te aseguran que es un problema de medios y de organización, que no dan abasto, y te invitan a poner quejas y reclamaciones. Y eso es lo que hago desde esta plataforma. Porque hablamos de servicios públicos privatizados, de calidad asistencial, de modelo de sociedad, de estado de bienestar... Sin olvidarme de que la responsable última de este servicio es Osakidetza. Si hace falta más personal, que se contrate; si hacen falta más vehículos, que se compren. Pero no traten a los pacientes como muebles que ni sienten ni padecen. ¿O es que va a tener que morir un paciente mientras va, viene y espera para que alguien decida tomar cartas en el asunto?
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