Me quiere, no me quiere, parecen decirse constantemente. Este es el cuento del nunca acabar y mientras el pueblo asombrado mira atónito como dos personas, tres o cuatro, tienen en vilo al país dejando pasar el tiempo. Eso sí, se han tomado sus vacaciones de Semana Santa, desde luego inmerecidas. El tiempo corre, los plazos marcan el itinerario político y aquí nadie rebaja sus pretensiones, nadie piensa en el pueblo, nadie es capaz de ceder ni un milímetro. Los políticos hablan de la sabiduría que compete al pueblo, a la gente de la calle, saben que el pueblo siempre tiene razón. Y ahora, cuando el pueblo ha decidido mediante las urnas que sistema de gobierno quiere, que políticos desea que gestionen la res pública van y se sienten desorientados, sin rumbo, y sin capacidad para negociar. Se vislumbran nuevas elecciones. Estamos a la espera de que las últimas conversaciones, que dicen tener los jefes de fila de los partidos políticos pueden llevar a buen término las propuestas que el pueblo marcó en las últimas elecciones. Si así no fuera, y de verdad se deban convocar elecciones, los actuales líderes políticos tenga la gallardía, caballerosidad y altura de miras, para saber retirarse a tiempo y dejar paso a nuevos líderes que sepan poner negro sobre blanco y consigan conformar un gobierno de coalición. Si adoptan esta postura se les reconocerá que obraron dignamente, se retiraron y no marearon al pueblo. Me quiere, no me quiere, que de verdad deshojar la margarita siga quedando para los enamorados, para los políticos es suficiente con colocar blanco sobre negro e intercalar propuestas y objetivos de cada partido político para un buen gobierno.