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La broma de la Behobia

Estoy a punto de salir hacia París. El domingo correré su maratón. Antes, el sábado, me pasaré por la feria del corredor para recoger mi dorsal. Hay un requisito imprescindible: tengo que llevar un certificado médico en el que se me considera apta para correr una prueba de esas características. Si no llevo ese documento, no hay dorsal y, por tanto, no hay carrera.

He corrido unas cincuenta carreras en los últimos tres años. Salvo una, la media maratón de Amsterdam, todas en España. En ninguna, ni en la holandesa, me han pedido certificado de aptitud. Nada que asegure que he pasado las pruebas médicas necesarias para saber si estoy en condiciones o no.

Estoy inscrita en la maratón de montaña de Beasain del 10 de julio, la MariMuruMendi. En esa sí, en esa necesito certificado médico.

El año pasado, tras la desgracia de la muerte de un corredor en la Behobia-San Sebastian, se desató la polémica en torno a la necesidad de exigir o no ese certificado para presentarse a la carrera. Al igual que dije entonces, digo ahora que, no solo para la Behobia sino para cualquier carrera, debería ser obligatorio. No es necesario que ese salvoconducto se haga para cada prueba, pero si sería muy interesante que lo hiciéramos cada año. Una revisión, un electrocardiograma y una prueba de esfuerzo anual que nos sirviese para las carreras de todo ese año.

¿Dónde está la madre del cordero en todo esto? En que por esas pruebas hay que pagar alrededor de 100 euros y que no las cubre la sanidad pública.

Hice la prueba de solicitar en mi centro de salud el certificado médico de aptitud para la carrera parisina. Se lo planteé a mi médica de cabecera y me respondió con un rotundo no. Me confirmó que la medicina deportiva queda fuera de lo público y que cualquiera que necesite saber cómo está físicamente antes de iniciarse en el mundo del deporte, tiene que recurrir a la sanidad privada. Es decir, que tiene que pagar.

Me pareció un contrasentido esto porque a bombo y platillo se anunció desde Osakidetza que los médicos prescribirían a sus pacientes la realización de ejercicio físico como método de prevención de muchas enfermedades. Eso sí, que lo hagan a la brava porque nadie les va a realizar pruebas para saber si están preparados para ejercitarse o no.

Esta claro que no es lo mismo darse un paseo que correr una maratón, pero, según el Colegio Vasco de Medicina Deportiva, la realización de tres horas y media de ejercicio a la semana ya se puede considerar "hacer deporte". Así, que un médico te diga que camines a paso ligero durante al menos 45/60 minutos al día significa deberías saber si tu cuerpo esta preparado para eso. Pues si quieres saberlo, te lo pagas.

Con este panorama no es de extrañar que miles de corredores se echen al monte o al asfalto sin saber si su corazón puede asumir ese esfuerzo. Y nadie les exige que lo demuestren.

Decía en el titular lo de "la broma de la Behobia" porque vamos ya conociendo novedades de cara a la edición de este año. Además de aumentar a 35.000 el número de participantes, han anunciado que, por primera vez, la organización recomienda rellenar un cuestionario médico pre participación elaborado por un comité médico asesor que pretende ayudar en la preparación y prevención. El cuestionario es "voluntario, anónimo y personal" y se responderá con un simple sí o no. La organización cree que es la manera más fácil de detectar a una parte de los deportistas que tienen riesgo de sufrir un accidente cardiaco o muerte súbita durante el ejercicio.

Al ser voluntario puede haber cientos de deportistas que se presenten a la prueba y no rellenen el cuestionario, con lo que no sabemos si están bien o no. Y es anónimo, con lo que puedes rellenarlo y la organización no sabe a quién pertenecen las respuestas.

Me parece que con esta iniciativa, los organizadores de la Behobia han desaprovechado una oportunidad inmejorable de convertirse en un referente de prevención y en un ejemplo para otras carreras. Estamos hablando de, en mi opinión, la mayor y mejor organizada carrera de asfalto en Euskadi. Crear un formulario que podemos rellenar o no, firmar o no, es una manera de cubrir una carencia que sigue estando ahí. Un parche que no soluciona el problema.