La uniformización como ‘línea roja’
La continua apelación del PSOE a la unidad y el rechazo radical al derecho a decidir como condición para iniciar negociaciones es fruto de sus problemas internos y denota un intento poco democrático de homogeneización
LOS resultados de las elecciones del pasado 20 de diciembre han dado lugar a un insólito escenario político en el Estado español en el que los distintos partidos se han trazado lo que ellos mismos definen como las “líneas rojas” que no están dispuestos a cruzar en ningún caso y bajo ningún concepto antes incluso de iniciar un posible proceso negociador de cara a conformar un nuevo Ejecutivo o, al menos, a asumir o permitir la gobernabilidad en esta nueva legislatura. Se trata, en definitiva, de vetos a priori sobre los que se entiende que no hay posililidad alguna de acuerdo entre formaciones. Una de estas líneas rojas, la más claramente marcada y trazada de manera más radical como condición sine qua non, es la que tiene que ver de manera directa con el reconocimiento o no de la pluralidad nacional del Estado. Es, precisamente, el PSOE el que con mayor crudeza está planteando este veto, utilizando sin ambages la clásica fórmula de la “indisoluble unidad de España”. Lo hace, curiosamente, como respuesta al planteamiento realizado por Podemos, que exige como condición -entendida también como otra línea roja- para negociar un posible acuerdo que los socialistas asuman la celebración de un referéndum en Catalunya. Dicho de otra manera, el PSOE, un partido que en teoría defiende las libertades y la participación democrática de la ciudadanía, quiere imponer la negación de un derecho como es el que tienen las ciudadanías de Catalunya y Euskadi a decidir de manera democrática -es decir, mediante diálogo, acuerdo y votación en las urnas- su estatus y su propio futuro. Todo ello, en aras a la “unidad”, el falso argumento utilizado durante décadas para la uniformización que pretenden imponer distintas instancias españolas. No en vano fue el propio rey Felipe de Borbón quien, en su reciente discurso navideño, apeló al mismo concepto de unidad. Incluso los obispos de la Conferencia Episcopal han asegurado que es “moralmente inaceptable” poner en riesgo la unidad de España. Es evidente que hay poderes que tienen miedo a la pluralidad y la diversidad y está claro también que los graves problemas internos del PSOE y, en especial, de su líder y sus propios intereses interfieren de manera directa en su posicionamiento, con lo que puede perder una oportunidad histórica para abordar y resolver uno de los asuntos clave para la convivencia en el Estado.