Desde nuestra localidad de San Mamés, en tribuna Este Alta, sector 327, cuando entramos al campo tenemos la costumbre de mirar hacia el cielo y ver las banderas. El pasado día 8 observamos que la bandera del Espanyol tenía el contrapeso suelto. No pude contenerme y no sé exactamente en qué minuto, pero antes del gol de Iñaki Williams me dirigí al txapelgorri de nuestra localidad y le indiqué la incidencia. Me lo agradeció y también me comentó que no era la primera persona que se lo decía. Así transcurrió toda la primera parte, hasta que prácticamente al final cayó, con el consiguiente revuelo en la Tribuna Este Baja, alrededor de las filas 1 a 4, donde vimos a un varón con una brecha en la cabeza dirigirse hacia la salida y a otra persona, aparentemente una mujer, tumbada en los asientos de la fila 3 o 4. La indignación en nuestra tribuna era inconmensurable. Habíamos avisado más de media hora antes y no se había solucionado el peligro. Los sanitarios del IMQ acudieron con parsimonia, todo hay que decirlo, más bien luciendo su publicidad en vez de atender con premura a la víctima. Transcurridos diez minutos del descanso, llegaron unas pocas personas de la organización del Athletic con poca colaboración y conocimiento de lo que debían hacer. Alguien indicó a las dos personas que colocan las banderas que procediesen a su arribada. Se realizó esta tarea con tanta improvisación y falta de seguridad que por poco impactan los dos contrapesos contra las cabezas de dos seguidores. Las banderas fueron descolgadas en dos minutos. ¿Se necesitaron más de 45 minutos para realizar esta tarea? ¿Fue necesario que dos personas resultaran heridas? Espero que solo sufrieran heridas leves después de la desafortunada actuación de los trabajadores y empleados del Athletic. Miedo me da pensar que una desgracia peor suceda en el campo y cómo seríamos presas de tanta incompetencia.