eL jueves todo el mundo creyó entender que las elecciones generales serán el 20 de diciembre. Fue la interpretación de las palabras de Rajoy. Pero ¡ojo! él nunca lo dijo. El presidente del gobierno español es tan poco explícito que permite que cada uno entienda lo que quiera, o lo que pueda. Cuando no guarda silencio, -lo que mejor sabe hacer-, Mariano hace política detrás de la caricatura del buen gallego que nunca se sabe si sube o si baja la escalera. Hay diccionarios de traducción de lenguaje mariano al castellano especializados en descifrar sus palabras y su ambigüedad lingüísticamente calculada. Rajoy no explica nunca nada, se limita a hacer juicios de intenciones, encubiertos detrás de sus típicas muletillas; oiga, eh, mire usted, vamos a ver... Mejor eso que cuando se dedica a salir por la puerta de atrás del Senado para huir de preguntas incómodas. El código mariano habla por boca de plasma. Y es que el PP cree que hacer un ejercicio de transparencia es que el plasma esté limpísimo. Si le preguntas a Rajoy, “que hora es?, saca de la chaqueta una chuleta, y te la lee. Fin de la cita. Con el teleñeco perfecto, a José Mota le han suprimido en TV los sketchs que parodiaban al presidente. Pero ningún humorista es capaz de ridiculizar tanto a Rajoy como él mismo. ¿20 de diciembre? ¿y qué tal el 28? Así cobrarían sentido todas las supuestas “inocentadas” que nos ha vendido.
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