En este caluroso verano de 2015, el pueblo soberano parece agradecer las ráfagas de aire fresco que le llegan del mundo de la política. A nivel europeo hemos estado entretenidos con el descaro democrático, antisistema, del referéndum griego. Parece que, por suerte para algunos y desgracia de otros, las aguas vuelven a su cauce, aunque el sobresalto sufrido no se lo va a quitar nadie a quienes, desde la sombra, manejan los mercados. ¡Qué osadía consultar al pueblo! De todos modos, diría que las cosas no van a seguir igual durante demasiado tiempo. Va a ser muy difícil evitar el contagio democrático, en buena parte de la Europa mediterránea, por una razón muy sencilla. La irrupción de las nuevas tecnologías de la información hacen visibles las diferencias sociales. Y cuando van emparejadas a casos de corrupción en las élites políticas, económicas e incluso eclesiásticas, la indignación de la gente sencilla se hace explosiva. Supongo que tanto los armadores griegos como los magnates que esconden miles de millones de euros, en paraísos fiscales, se lo estarán pensando. Pero volvamos nuestra mirada, dentro de Euskal Herria, a la Comunidad Foral de Navarra. Aquí el sobresalto se lo han llevado los beneficiarios del régimen caciquil impuesto tras el alzamiento franquista durante más de cuarenta años. ¡Vivir para ver! Es tal su incapacidad de autocrítica que todavía deben de estar flipando, tratando de interiorizar la última decisión, limpiamente democrática, del pueblo navarro. Las urnas han aupado al poder a gobiernos plurales liderados por abertzales, tanto en la capital como en la comunidad foral. ¡Zorionak Uxue! Te deseo suerte, buen talante y habilidad política.