CUANDO funciona correctamente una sociedad? Es muy difícil ponerse de acuerdo para contestar a esta pregunta, pero una contestación pertinente sería decir “cuando está en equilibrio económico, financiero y emocional”. ¿En qué consiste cada cosa?

Podemos definir equilibrio económico como aquella situación en la que todos los agentes de la sociedad tienen una retribución razonablemente justa con cargo a su situación personal. Sí, está claro en que no nos vamos a poner de acuerdo en la definición de “razonablemente justa”, pero al menos podemos aproximarnos: consiste en que los jubilados puedan tener una pensión digna o que las personas ganen sus salarios con cargo a su productividad.

Una sociedad está en equilibrio financiero cuando las inversiones y la cantidad de dinero en la misma reflejan la realidad económica de manera que no se dan ni burbujas, ni corralitos ni altas inflaciones.

Por último, una sociedad está en equilibrio emocional cuando las personas que la componen tienen unas expectativas de acuerdo a sus capacidades que puede darse en el futuro. Por supuesto, eso no siempre ocurre ya que no todo el mundo puede triunfar en la música, el deporte o como ejecutivo de empresa. Pero al menos existen esperanzas razonables de que eso pueda ser así. En este sentido, la comparación importa mucho. Por ejemplo, en países donde existen altas tasas de crecimiento existen problemas si algunas clases sociales se enriquecen más que otras de forma dudosa, generando problemas de convivencia.

Vamos a analizar con este triple enfoque la situación en Grecia y en España.

El tema del equilibrio económico es más peliagudo de lo que parece ya que es difícil llegar al mismo. Para ilustrar la idea, un ejemplo. En la reciente Ley de transparencia del Gobierno del PP los políticos no tienen obligación de informar de todas sus reuniones. Eso es muy grave, ya que eso puede generar ventajas jurídicas para ciertos lobbies económicos, y sabido es que en el mundo actual nadie da nada a cambio de nada. Una forma de evitar este tipo de problemas es buscar la existencia de la competencia en los mercados, y en España, la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, dirigida por José María Marín, ha hecho ciertos avances. Pero todavía queda mucho por hacer.

Respecto del tema de las pensiones, falta mucho para llegar al equilibrio. El ejemplo de los peluqueros de Grecia, que se jubilaban antes debido a que su profesión se consideraba de alto riesgo, es el más ilustrativo. Pero no olvidemos una idea: es inevitable cotizar durante más tiempo por una razón muy sencilla; el aumento de la esperanza de vida. Así, no parece injusto el aumento de la edad de jubilación, eso sí, equilibrándolo con el riesgo de cada una de las profesiones o con la posibilidad de realizar durante más tiempo la misma si existe algo de vocación por parte del trabajador, lo cual se da en profesiones como la medicina o la enseñanza.

Así, este es a mi juicio el mayor problema en el conjunto de las sociedades: buscar el equilibrio económico. En términos técnicos, que el salario de cada persona sea igual a su producto marginal. Desde este enfoque, no veo muchas diferencias entre los dos países.

Respecto del equilibrio financiero, aquí es donde las posturas están totalmente alejadas. Vamos a valorar bien la situación. En Grecia se ha dado el temido corralito financiero, lo cual a estas alturas es impensable en España. Pero ha habido dos cuestiones que han hecho todavía mayor este desequilibrio y que tiene dos responsables claros. La primera, muy conocida: el falseamiento de las cuentas por parte del Gobierno para poder entrar en la Unión Europea. La segunda, recordada con acierto por el nobel Krugman: las políticas que combinan austeridad y préstamos caros lleva a los países a la ruina. Y aquí la responsabilidad es de los componentes de la troika: Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Unión Europea. Por lo tanto, tiene sentido que se repartan las responsabilidades entre estas instituciones, ¿no? Por desgracia, ya se sabe que a nivel personal los componentes de los gobiernos y de estas instituciones raras veces pagan por sus errores. Ese es uno de los grandes retos de nuestro tiempo, ya que generan las situaciones llamadas en economía de riesgo moral.

Llegamos al desequilibrio emocional. En España hemos pasado de las expectativas negativas a otras intermedias, pero las personas de alrededor de treinta años entrampadas en las hipotecas que compraron en lo alto de la burbuja inmobiliaria cuando los pisos siempre subían tienen expectativas más bajas que las que están en los 50, con pisos pagados y situación laboral más estable. En Grecia, por desgracia, la esperanza en un futuro mejor se ha derrumbado.

En todo caso, autoridades, gobiernos, instituciones y personas con poder ejecutivo: ¿cómo alcanzar estos equilibrios?