USA el “índice Gini”, o sea, el tanto por ciento del “coeficiente Gini”, fórmula para medir la desigualdad ideada por el italiano Corrado Gini. Que este, fallecido en 1965, allá cuando la desigualdad era globalmente evidente e italianamente típica, pudiera medirla ya fue un éxito. No en vano, además de estadístico, Gini fue un influyente teórico fascista, autor de Las bases científicas del fascismo, cuya única relación con la igualdad es el luto que sus acólitos extendieron más allá de sus negros uniformes. Pues bien, con esa base y una combinación de datos macroeconómicos y encuestas de ingresos familiares en el último medio siglo más o menos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha atribuido el aumento de la desigualdad ¡albricias! a la creciente diferencia entre salarios... que, dice, no se da porque las rentas de trabajo medias decrezcan, que decrecen, sino por la vertiginosa subida de los sueldos más altos. El dechado de originalidad en versión informe lo firma, todo hay que decirlo, Carlos Mulas, candidato al Congreso en 2011 con el PSOE, encargado de elaborar el programa económico del Gobierno de Rodríguez Zapatero y subdirector de la Oficina Económica de su Ejecutivo a las órdenes de Miguel Sebastián después de que Jordi Sevilla dijera a Zapatero aquello de que dominaría la economía en una semana. Mulas trabaja ahora para el FMI. Por el índice. Y dan ganas de enseñarle el medio. El dedo medio, claro.
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