A estas alturas del siglo XXI, resulta sorprendente que nos venga con discursos del siglo pasado, y digo bien siglo pasado, pues fue el año 1978 cuando se aprobó la tan temida Constitución o como ustedes la llaman Carta Magna. Parece mentira que sean ustedes los adalides de dicha Constitución cuando se han dedicado años y años a incumplirla, a manosearla, quizás pensaron que la Constitución Española es como el lema de la academia de lengua castellana -Limpia, fija y da esplendor- o tal vez siguen muy al dictado las palabras del dictador: “Una, grande y libre”. De verdad resulta llamativo y escandaloso que ustedes usen los medios de comunicación, “el plasma”, para sentar cátedra sobre la Constitución y citarnos a los demás como locos disparatados ante tamañas y propias propuestas. Pues sí, ¡señor Rajoy!, es posible utilizar “el derecho a decidir”, usted lo ha invocado citando a todos los españoles, y porque no ejercerlo en cada pueblo y nación que así se precien sus conciudadanos. Usted ha pasado de ser presidente del gobierno español a presidente del Tribunal Constitucional en un solo minuto pues ha dictado sentencia, ha marcado la línea roja, ha paralizado el proceso, han paralizado de forma cautelar; vamos, han ejercido el poder democrático entre comillas. ¿Y ahora qué toca, ¡señor Rajoy?, ¿ser obedientes?, ¿esperar que llegue un día que algún político español ostente la presidencia del gobierno de la nación española y tenga una altura de miras democrática, abierta al siglo XXI y permita a catalanes y vascos, vascos y catalanes, ejercer su derecho a decidir? Mientras tanto, sin desánimo, con la fuerza de los votos y con la visión clara, nuestros pueblos sabrán mirar el futuro con optimismo. Actualícese señor Rajoy, mire a su alrededor. Su homólogo David Cameron supo responder al envite que el pueblo escocés le lanzó y salió airoso de dicha faena. No así usted, señor Rajoy, que se ha cubierto de gloria para el pueblo español, pero no para catalanes y vascos.