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El síntoma Gallardón

Tras tres cuartos de legislatura conforme a las presiones más conservadoras, Rajoy ofrece la dimisión del ministro por la retirada de la ley del aborto al constatar en los sondeos la lejanía del PP de las inquietudes de la sociedad

EL anuncio por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, de la retirada del anteproyecto de Ley Orgánica de Protección del Concebido y los Derechos de la Embarazada, más conocida como reforma de la ley del aborto, no puede entenderse sino como una evidente desautorización, a sabiendas de que implicaba su dimisión, del hasta ayer ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, quien había promovido, impulsado y defendido la reforma personalmente. Pero también supone una derrota del ala más ultrarreligiosa del PP, incluidos otros ministros como Fernández Díaz. Y un desaire a la (anterior) cúpula episcopal española, que forzó la presencia en el programa electoral con que Rajoy se presentó a las elecciones de la reforma de una ley socialmente asentada. Pero todo el proceso de elaboración y retirada del anteproyecto supone, ante todo, la constatación de dos características del gobierno que preside Mariano Rajoy. Por un lado, la permeabilidad del mismo a la acción de los grupos de presión, especialmente los de ideología más extremadamente conservadora tanto en lo social como en lo político y lo económico, lo que le ha llevado durante tres años a imponer, vía mayoría absoluta, decisiones unilaterales carentes del más imprescindible consenso parlamentario y de la necesaria concordancia con el sentir mayoritario de la sociedad. Por otro, y en contraste con esto, la decisión de retirar la reforma de la ley del aborto, al igual que el anuncio un día antes de la subida de las pensiones o el anterior de la revisión de la fiscalidad, confirma la supeditación del gobierno a las encuestas, es decir, no a los objetivos de modelar la sociedad en virtud de una ideología con más que matices dentro del PP -mucho menos en busca del bien común- sino al fin único de mantener (y repartir) el poder. La pretendida explicación de que la reforma de la ley del aborto “afecta a convicciones profundas”, “genera división” y puede ser “cambiada por otro gobierno” es igual de válida ahora que lo era antes de iniciar la elaboración del anteproyecto. Sólo que a meses de las elecciones municipales y en el último año de legislatura, los sondeos (con el caso Gürtel aún pendiente) cuestionan mucho más que la mayoría absoluta y exigen poses que sin embargo, aun si conllevan crisis de gobierno, no afectarán a los ejes aglutinadores del PP: el liberalismo y la uniformidad del Estado, es decir, reforma laboral y recentralización.