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Euskadi, turismo propio

El récord de turistas y el aumento de visitantes extranjeros confirma la diversificación económica de nuestro país, la proyección de la calidad turística y el acierto de la estrategia de presentar una oferta diferenciada

LOS datos de afluencia turística de junio, julio y agosto, además del récord de 846.726 visitantes que retoma la senda de crecimiento tras superar el pequeño valle reflejo de la crisis del pasado año, dibujan la realidad resultante de la potenciación del sector servicios en nuestro país y confirman la apuesta por la diversificación de una economía básicamente industrial hasta hace no tanto. En apenas veinte años, Euskadi ha logrado pasar de un turismo prácticamente testimonial en el último cuarto del pasado siglo y apenas incipiente en la última década del mismo -trescientos mil turistas en 1994 y medio millón hace tan solo once años, en 2003- a una estrategia de país (Basque Country) con ya nítida capacidad de atracción turística en el extranjero. Las cifras no engañan. Mientras destinos tradicionales y esencialmente veraniegos como las Islas Baleares o la Comunidad Valenciana han logrado este verano -que también ha sido de récord en el Estado con 45,4 millones de turistas- incrementos del 2,2% y del 5,1% respectivamente, el crecimiento del turismo extranjero en Euskadi alcanza el 6,1%, llegando a picos espectaculares en el caso de Bilbao, que ha logrado un crecimiento del 15,8% del turismo foráneo aún incluso antes de realizarse el cómputo de los visitantes atraídos por el Mundial de Baloncesto. Pero, además, todo ello tiene una traducción económica relevante: el incremento del 14% en el gasto por visitante extranjero, que en el fondo revela un aumento de la calidad turística, eleva la cifra final del gasto foráneo en Euskadi durante junio, julio y agosto a los 222 millones de euros. Es el resultado de la combinación de esa estrategia-país, que diferencia nuestra oferta de la que ofrece el Estado español y tiene como consecuencia el aumento del turismo en los tres territorios, con la normalización sociopolítica, tan imprescindible como definitiva en el despegue del sector turístico vasco, al que el efecto tractor de la imagen internacional alcanzada por Bilbao y su potenciación a través de eventos internacionales han servido de catalizador. Y mantener esa distinción, tanto en la oferta presentada como en el target al que va dirigida, así como la capacidad para aspirar a eventos que ejercen a un tiempo de imán y escaparate será todavía indispensable para hacer crecer y consolidar el label vasco en el circuito turístico europeo e internacional.