EL Convenio de Estambul, aprobado en esa ciudad turca en 2011, con el que los miembros del Consejo de Europa pretenden prevenir y combatir la violencia contra las mujeres, entró en vigor ayer en una docena de países europeos de los catorce que ya lo han ratificado. Casi dos docenas más lo han suscrito también en este tiempo, aunque su proceso de ratificación aún no ha concluido, y otros diez miembros de la organización europea siguen sin adherirse a él, lo que va a dificultar la creación de un espacio compartido de seguridad y estructura legal que proteja los derechos de las mujeres frente a diversas formas de agresión. No obstante esta lentitud en la adhesión, el Convenio de Estambul es un hito en sí mismo porque por primera vez implica el compromiso de los firmantes de incorporar a su ordenamiento legal normativas específicas. Cada firmante se obliga a poner en marcha coberturas legales para la protección de la integridad de las mujeres y que permitan acometer acciones punitivas contra quienes no cumplan con ellas. Desde la violencia machista a la mutilación genital, del matrimonio forzoso a la trata de mujeres, todas estas prácticas que ya son delictivas en la mayoría de los países contarán además con una más intensa actividad para evitarlas y, en su caso, castigarlas. En el caso del Estado español, es especialmente relevante el reconocimiento, en virtud de la convención, de la persecución por razón de género como causa de asilo. La significación deriva del hecho de que, hasta la puesta en marcha de este compromiso contenido en el Convenio, sólo en una ocasión se había concedido por parte de las autoridades españolas a una ciudadana extranjera. En todo caso, el camino para establecer un espacio europeo de seguridad y reconocimiento de derechos para las mujeres es largo como muestra el hecho mismo de que el país anfitrión -y firmante- del protocolo, Turquía, era noticia ayer mismo porque un tribunal redujo la condena a un hombre que apuñaló a su ex mujer porque el juez consideró un atenuante la provocación implícita al hecho de que la víctima vestía mallas y estaba con otro hombre en un vehículo. Sentencias que no difieren de otras que no hace tanto eran noticia también en el Estado español. Al Comité de expertos que velará por el cumplimiento del Convenio no le va a faltar trabajo.