ESTOS animalitos solo son interesantes para los científicos. No sirven de mascotas y apenas percibimos su existencia cuando aparecen en tropel a nuestra vista en algún jardín donde hemos invadido su existencia discreta y silente. Por tanto, la mayoría de los mortales sabemos poco de las hormigas aunque lleven tiempo compartiendo el planeta con nosotros. Aparecieron hace más de cien millones de años como variación de algo parecido a una avispa y desde entonces no han dejado de evolucionar y diversificarse. Hoy se calcula que existen cerca de 20.000 variedades y suman 10.000 billones de individuos deambulando por el planeta.
Hay especies de hormigas para todo. Tantos años de selección natural dan para muchas innovaciones a la hora de asegurarse el sustento. Por eso no está de más atender a una experiencia cien veces millonaria, para aprender. Han sobrevivido a la ley del más fuerte y como especie tienen gran futuro por delante. Semejante éxito se entiende bajo estas dos premisas: organizarse con una disciplina rígida y una gran versatilidad ante la incertidumbre del hábitat que comparten con otras muchas especies más grandes y poderosas.
Las hormigas exhiben todas las estrategias posibles de interacción con sus vecinos: leo que practican la agricultura (cultivan hongos comestibles dentro del hormiguero), la recolección, la ganadería (capturan y domestican pulgones para ordeñarlos), la búsqueda de carroña (a favor de la higiene del medio), el comensalismo (literalmente cum mensa compartir la mesa sin dañar ni ser dañada)? Pero tampoco excluyen otras formas más contundentes, como depredar a sus vecinos (comérselos directamente), esclavizarlos (hay hormigas que secuestran a otras para que cuiden de sus propias larvas). O más taimadas, ya que también practican el parasitismo como forma de depredar comiéndose al vecino indirectamente. Sin excluir la interacción con beneficio mutuo (mutualismo). Y dentro de su actividad de parasitismo social, existe una especie llamada Cephalotes specularis que se mueve como intrusa por las rutas de sus congéneres Crematogaster sin que estas perciban su descaro. Así es como roban una valiosa información, la localización del alimento, y a la vez consiguen seguridad pues nadie más se atreve a merodear por esos caminos. Para seguir las pistas sin ser desenmascaradas, las intrusas dominan la química de las feromonas como técnica para oler y ser olidas en la forma correcta, aunque evitan el contacto directo. El engaño se completa con un sofisticado mimetismo de posturas típicas de la hormiga parasitada pero impensables para el género de la hormiga parásita.
Las hormigas, hormigas son. Su instinto animal con el que les ha dotado el Hacedor les ha permitido mantenerse como especie variada hasta nuestros días. Solo extrapolando nuestros criterios éticos y morales a sus conductas me recorre un pequeño escalofrío al imaginarme la ebullición a vida o muerte que se vive en los inocentes hormigueros solo en apariencia. Se me encoge el corazón cuando recuerdo que estas conductas de las hormigas son moneda de cambio corriente entre nosotros, los humanos, que aceptamos generosas raciones cainitas sin alarmarnos ni incomodarnos por el sufrimiento de una gran mayoría de seres humanos, cerca nuestro y en toda la Tierra, a los que no ayudamos a salir de su miseria; todo lo más a que malvivan en ella. Estas conductas no distan mucho de las maneras de las hormigas para sobrevivir como especie. Pero ellas no tienen conciencia, ni intelecto, ni capacidad de discurrir; tampoco tienen capacidad de amar, ni libertad, ni tampoco la percepción histórica de la existencia, ni memoria? Solo instintos básicos. Parafraseando a Groucho Marx, saliendo de la nada, hemos alcanzado las más bajas cotas de las hormigas. Y se me encoge el corazón aun sabiendo que la actitud correcta es muy otra: generar acciones de justicia que devuelvan la esperanza, tanto en la vida particular como en la pública.* Analista