Era un eslogan ideado hace años por algún publicista para potenciar el turismo. No se sabe si lograron aquel propósito, lo que sí ha logrado el gobierno de España entre otras cosas y sin proponérselo, es demostrar al mundo que el eslogan es una realidad, un ridículo general y reactivar todas las alarmas de la gente de bien -lo cual me alegra-, al repetirse la inaudita actuación de un estado corrupto y en apuros, que ayudado por Covite y la judicatura, llama a declarar a la Audiencia Nacional a unos reconocidos mediadores internacionales, que solo buscan resolver un problema ulcerado desde hace años. La extraña actuación político judicial dirigida por un gobierno que dice buscar la paz, es lanzar sus dardos envenenados contra unos verificadores que hacen su trabajo con luz y taquígrafos. Amén de las falsedades y verdades amañadas con las que pretenden justificarlo, es como para no dar crédito y sentir vergüenza ajena. Nadie que de verdad busque la solución a un largo conflicto, puede entender semejantes diligencias. Lo que busca el gobierno español y sus acólitos es dejar correr el tiempo para seguir disfrutando de sus corruptelas. Cuando el pasado 21 de febrero la gente de bien estaba pendiente de los noticiarios para celebrar el discreto trabajo de unas personas notables que sin ningún objetivo partidista, iban a presentar los primeros pasos favorables a unos largos y complicados meses de negociaciones con ETA, el vocerío mediático y el interés de un gobierno tercermundista, se ocupó de decir que la Guardia Civil y la Policía Nacional se bastaban para hacerlo. No sé como acabara esta torpeza judicial, pero este tipo de actuaciones demuestran al mundo y a Europa la imagen real de las muchas tropelías que en nombre de la democracia se cometen en España. A los que somos opositores nos refuerzan más en nuestra idea de unión, ya que con semejantes compañeros de viaje -los españoles-, no podremos llegar a ningún sitio.