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Luz a los hombres de negro

Tras asegurar la continuidad del proyecto, los nuevos responsables de Bilbao Basket deben proporcionar claridad a la gestión si, como apuntan, pretenden implicar en el futuro del mismo a toda la afición de Bizkaia

LA confirmación del traspaso de poderes de quien hasta ahora ha sido el principal responsable de la gestión de Bilbao Basket, Gorka Arrinda, al equipo liderado por Enrique Guzmán, que llega con la aportación del nuevo sponsor principal, el Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ); debe dotar al club de la base económica y la estabilidad institucional que tanto la plantilla como la afición han venido demandando y que es imprescindible en cualquier proyecto y en la consecución de cualquier objetivo competitivo. Cerrar el capítulo de deudas adquiridas con los jugadores y los empleados del club y recuperar la confianza de todos ellos en la capacidad de quienes deben desarrollar la labor gestora son premisas ineludibles para alejar al proyecto Bilbao Basket -una realidad en el ámbito meramente deportivo- del precipicio de una desaparición prácticamente inmediata que hubiese tenido repercusión, más allá del club, en todo el baloncesto vizcaino precisamente el año en que Bilbao será sede principal, con la presencia de EE.UU., de la Copa del Mundo de la FIBA. Ahora bien, una vez conseguido esto y si, como apuntaron ayer sus nuevos responsables, se pretende implicar en el futuro del club a su masa social, ampliándola si es posible, y a toda la afición al basket de Bizkaia; existe otra premisa que recae desde ya en sus nuevos responsables: la de alejar la tentación de trasladar el color de las camisetas de los hombres de negro a la administración del club, algo que se ha hecho evidente en los últimos tiempos y que no terminó de despejarse ayer, seguramente por imperativo temporal en una operación de traspaso de poderes que se ha prolongado bastante más de lo previsto y de lo que hubiese sido deseable. Es una evidencia que para cubrir la necesidad de ampliar la hasta ahora creciente imbricación del equipo en la sociedad, Bilbao Basket necesita de continuidad y ésta pasa por transformar, con luz y taquígrafos, el "acuerdo de brocha gorda" rubricado "en una servilleta" en el compromiso de una verdadera estructura profesional que, si bien no de inmediato sí a medio plazo, pueda compararse con los pocos, poquísimos, clubes europeos capaces de presentar una gestión tan transparente como sostenible.