MÁS de cinco millones de desempleados, la mitad sin subsidio, que sin embargo y al parecer no existen. Quizás porque se aferran a la España de la trampa sumergida. Más de ocho millones de pensionistas, la mayor parte con pensión de subsistencia, que sin embargo y al parecer no existen, como al parecer no existe el millón de familias tododependientes de una asistencia social... que cada vez existe menos, impedida por un Gobierno Rajoy para el que solo existen el macrodato y el marketing, tan ajenos a las posibilidades reales de empleo, la capacidad de ahorro y el bienestar familiares. Lo deja ver el propio Banco de España, que acaba de comprobar que los salarios han caído el doble de lo que dice la estadística oficial porque los datos del gobierno no tienen en cuenta que la crisis se ha cebado con los peores empleos. Pero, al parecer, esos datos reales, esa caída del poder adquisitivo, tampoco existen para un gobierno áulico que, a la espera electoral, vive una realidad remota y paralela -nunca coincidente- a la de los ciudadanos; aquella en la que, según Rajoy, no existe tampoco un solo motivo de queja. Y no existen, al parecer, las críticas a la reforma educativa, impuesta, recurrida, ilógica e ideológica. Ni existe el informe en que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) plantea la previsible inconstitucionalidad de la reforma de la ley del aborto. Ni las declaraciones de la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, que rozan la acusación de homicidio por las muertes de inmigrantes en la valla de Ceuta. Ni han existido las críticas de los consumidores a la reforma energética ni la deslocalización de la inversión de Iberdrola y Endesa. Como es inexistente, al parecer, la corrupción que bajo la denominación de trama Gürtel asola al partido del Gobierno -ni en Navarra ni en ese último episodio, de ayer mismo, de contratos opacos en Melilla- aunque sea la segunda preocupación de la ciudadanía según el CIS. Ni existe, parece, la unánime negativa de la oposición -y una absoluta incomprensión internacional- a la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que acabaría con el principio de Justicia Universal. Ni existe la exigencia al derecho a decidir de la sociedad catalana. Ni un proceso que puede acabar con una historia de décadas de violencia. El debate mismo no existe. Ha sido hurtado. El Gobierno Rajoy es, hoy por hoy, un irreal fin en sí mismo, pura entelequia.