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Un año

Mira a su alrededor y se pregunta qué tiene ella que ver con esas mujeres con las que comparte sala de espera. Es la última del pasillo, la 16, la del fondo a la derecha. Mujeres de una cierta edad en las que intenta ver los estragos de la enfermedad. La misma que le han diagnosticado, pero ¿y si se han equivocado?, ¿Y si todo se queda en un tumor benigno, en un acumulo de grasa, en??

No. Ella fue clara, se lo preguntó directamente y no hubo duda en su respuesta. Mira, le dijo, estamos hablando de cáncer, de un cáncer de mama. Vuelve a mirar a esas mujeres, nadie habla. Intenta adivinar en sus miradas su historia, y ellas le miran sabiendo cuál va a ser su historia.

Un año de tu vida, le dijo. Va a ser un año para curarte. ¿Se sorprende? Pues ahora que lo dices? La congoja se apodera de su voz, solo puede pensar en lo que va a ser de los suyos, ¿en los suyos sin ella? Momento de dudas, de incertidumbres, de lágrimas. Sale de la consulta con el teléfono en la mano y solo puede decir: ven, estoy en el hospital.

Era solo una revisión rutinaria, de esas que ya no puedes aplazar más, de esas en las que avisas en el trabajo, llegaré un poco más tarde. Un año de tu vida, año de hospitales, de operaciones. De nuevas visitas a la consulta 16, donde vuelves a ver a esas mismas mujeres con distintas caras, de médicos, de enfermeras, de buenos profesionales, de mejor gente. Un año para dejar atrás, eso espera, la enfermedad. Un año de familia, de amigos, de amigas, siempre ahí. De no hablar mucho, no vaya a ser que alguien sufra más de lo que puede soportar.

Un año de momentos, de buenos y malos momentos. Un año en el que todo lo que pudo ir bien, fue bien. Un año para curarme y para vivir.

Cuando se lo dijeron solo habían pasado 12 días de ese día en el que antes poco reparaba. De ese 19 de octubre, del Día contra el cáncer de mama.