Cartas boca arriba
SE acercaba otro Alderdi Eguna con la falta de entusiasmo y alegría, características estas de las grandes ocasiones del PNV. Tras los años de la anterior legislatura, en la que no valió a Ibarretxe su gran ventaja electoral sobre Patxi López, pues la marca España se prestó a aupar a este hasta Ajuria Enea, los Alderdi Eguna se sucedieron con ese amargo telón de fondo y sin la arenga del lehendakari de Euskadi. La reacción de los jeltzales pudo no ser entonces la más acertada. Siempre se deben cuidar las expresiones. El abandono final del PP, debido a sus propios intereses, dejó al lehendakari, Patxi López, en la miseria. Tuvo que adelantar las elecciones. Tampoco el nuevo lehendakari, Iñigo Urkullu, estaba en una situación cómoda. Su victoria fue clara, pero insuficiente para gobernar en solitario. Las conversaciones tuvieron lugar. Sin embargo, por diversos motivos, se palpaba en el resto de partidos -al menos en los necesarios para garantizar la estabilidad del gobierno- un deseo nunca formulado de hacer morder el polvo al partido vencedor. La prueba del nueve fueron los presupuestos. La soledad del PNV fue su humillación. Urkullu resistió y no convocó elecciones.
Se había presentado como candidato con los tres pilares de su legislatura, por orden de urgencias en la sociedad vasca: la crisis, economía y empleo; paz y convivencia tras el alto el fuego unilateral de ETA; y nuevo estatus político para Euskadi. Todo podía estar bien pensado, pero nada sería fácil de conseguir y, sobre todo, podía venirse abajo como un castillo de naipes, dada la inestabilidad del gobierno puesta de manifiesto casi a diario en el parlamento. Esperar, ganar tiempo, es muchas veces perderlo. El tiempo por sí solo no soluciona nada; no sabe más que pasar.
La segunda fuerza, la izquierda abertzale, la más próxima en cuanto al abertzalismo, estaba descartada desde las dos formaciones, aun cuando no faltaran voces en las dos a favor de la colaboración. Si Txiberta fue el principio, Lizarra y su final marcó la muga. El partido en el gobierno del Estado perdía credibilidad a espuertas y, en Euskadi, la aventura de Basagoiti le había pasado factura. A falta de un diputado, ni siquiera servía, revistiendo de un absurdo poder político a un partido que tenía un solo único parlamentario. También el PSE había salido tocado de Ajuria Enea. De segunda, a tercera fuerza; tras la coalición EH Bildu. Lo que es peor, Rubalcaba era cada vez más discutido al frente del partido nacional, y las primarias del mismo habían abierto sus puertas. ¿Fue esa la carnada? La política tiene sus sorpresas y sustos como el clima. El nombre de Patxi López, como si su paso por Ajuria Enea le hubiera servido de pasarela, o investido con la muceta y birrete de hombre de Estado, empezó a sonar en Ferraz. Necesitaba una muestra de realismo y pragmatismo político y un escenario mediático que atrajera las miradas. Es difícil desnudar la conjunción y complicidad de intereses políticos. Sea como sea, el acuerdo PNV-PSE aseguraba la estabilidad de Urkullu y prestaba al exlehendakari una alfombra roja para Ferraz. ¿Se puede interpretar así lo que escenificó Patxi López en el pleno de política general el jueves, 19?
Casi cierto que el acuerdo PNV-PSE no atraerá más firmas. Hecho y firmado, ir de segundones no es agradable a nadie, aunque se admiten aportaciones propias que salven la personalidad de sus autores. Bildu tiene su sistema y desprecia el pacto PNV-PSE. Arantza Quiroga se hace fuerista y dirá que no. Lo que queda, el diputado de UPyD seguirá tendencia al no.
Urkullu confiesa que su esfuerzo por lograr un acuerdo con el PSE no se ha debido a la necesidad de su gobierno, sino a convicción: "Siempre he abogado por la solución entre diferentes" -¿se entiende "no nacionalistas vascos"?- y ya la habría buscado con el PSE en el 2009, siendo presidente del EBB, tras la victoria de Ibarretxe sobre Patxi López, victoria que frustró el PP regalando Ajuria Enea al lehendakari socialista. No es este, el de ahora, un acuerdo de gobierno, y el PNV ha gobernado otras veces con los socialistas (Aguirre lo hizo con socialistas y comunistas). Es la política y sus circunstancias, que rompen tradiciones de enemistades enquistadas, o principios y la amistad tradicional. Pese a todo, acuerdos políticos no transforman la química de las personas, más allá de las fotografías de los medios. Y eso se nota entre Urkullu y López.
Entre tanto, la primera urgencia de Urkullu, la economía -todavía no el empleo, al contrario- parece reflotar y dar un respiro, a menos a juicio de los asesores economistas de Urkullu. En cambio, la segunda: paz y convivencia, ha encallado. A EH Bildu ahora le estorba ETA, ni se desarma ni se disuelve. Y Rajoy gana puntos ante los españoles manteniendo con ella su política de siempre. A la izquierda abertzale le estorba su pasado; ni puede justificarlo ni quiere perder la paz arrepintiéndose de él. Quiere poner en la balanza, con razón, sus propias víctimas, y siente su deber de mejorar la situación de los presos. No lo tiene fácil y el "suelo ético", base de la ponencia de paz y del diálogo, está firme. Lo curioso es que ahora quien se niega al diálogo es el PSE. Por eso Urkullu le echa en cara que en otras legislaturas se ha mostrado más abierto y que ha pactado con EH Bildu en las instituciones. No le falta razón.
Siendo esto así, el pleno de la política general dedicó la mayor parte del tiempo al primer punto, en la exposición del lehendakari, pero también tocó el tercero: el nuevo estatus político para Euskadi. Puesto que este había integrado el programa de su gobierno, era obvio que lo tocara. Y lo hizo con suma prudencia y cautela, sin mojarse, poniéndolo en manos de los partidos a la espera de un acuerdo y un plebiscito en el 2015, hacia el fin de la legislatura.
Lo curioso del caso es que los medios lo que más han resaltado del pleno ha sido precisamente esta tercera urgencia. Llevábamos dos o tres semanas con el independentismo de Cataluña a vueltas. El impacto de la Diada fue tremendo y la reacción del Gobierno del Estado, de pena: "Si millón y medio se manifestó por la independencia, seis millones y medio de catalanes no lo hicieron, luego?". ¡No se lo creen ni ellos! Una vez más, insisto: si quieren saber qué número de independentistas hay en Cataluña o en Euskadi, antes de asustar con salidas de la Unión Europea, de economía, de pobreza o hambre ¿por qué no permiten una consulta no vinculante sobre "independencia sí o no", con una pregunta consensuada? ¿Qué país democrático o qué Constitución democrática puede prohibir algo tan sencillo si lo pide el Gobierno de una de sus autonomías? Se trata simplemente de conocer la realidad sobre algo legítimo que se puede conocer de forma más segura que la de contar los que se toman la molestia de asistir a una manifestación y los que se quedan en casa para verla a la noche en la televisión.
El otro punto curioso del tema es que los mismos medios casi se rasgan las vestiduras porque Urkullu, en el pleno, estuvo tan prudente y cauto, sin concretar nada, y fuera de él, al día siguiente o a las dos horas, el mismo lehendakari, pero a título personal, de su propia cosecha, exponía su pensamiento y deseo casi con puntos y comas. Incluso se refirió al Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi, el Plan Ibarretxe, aprobado en el Parlamento Vasco por mayoría absoluta y más que cepillado en el Congreso. Lo hizo en Radio Euskadi, en euskera, el viernes, 20; y de nuevo el domingo 22 en un medio escrito.
Urkullu conocía que una de las críticas a ese Estatuto era que no se había elaborado en el Parlamento sino en Ajuria Enea. Pero no es hombre que se rija por esos motivos. Está convencido de que su papel institucional en el tema consiste en encargar a los partidos la elaboración del nuevo estatus político y debatirlo en el Parlamento. Hecho esto, está libre de exponer, como particular, lo que él piensa del mismo, cómo lo concibe, si eso le parece prudente o incluso útil. Lo cierto es que lo ha hecho, aunque no haya precisado el sentido de todos los términos usados.
Ha expuesto lo que para él sería "la estación término" de todo el proceso: "El respeto a la bilateralidad, a la proyección exterior de Euskadi en el mundo, en Europa, desde la participación en las tomas de decisión que correspondan a Euskadi y que configuren una relación entre esta comunidad autónoma y Navarra". No utiliza para nada la palabra independencia, ni su idea tiene que ver con la vía catalana. Es claro que piensa en la "reforma de la Constitución", ya que además "hay que asumir que España es una nación de naciones? y que eso tiene su proyección en el respeto de cada una de estas naciones". "No es el Plan Ibarretxe, pero puede aflorar su contenido, pues aquel fue aprobado por el Parlamento vasco por mayoría absoluta". Esto da una idea de cuál es esa bilateralidad de naciones, pues como alguien lo ha expresado: "Esto no difiere mucho de un Estado Libre Asociado", refiriéndose a Euskadi.
Esto sería lo que Urkullu piensa y quiere, pero, si he entendido bien, lo deja a cargo de los partidos y así, "partiendo desde la pluralidad y el rigor jurídico, se llegará a un acuerdo en el Parlamento que será refrendado por la sociedad vasca".
Está claro que el nuevo estatus político tiene que ser superior o más ventajoso, al menos para Euskadi, que el actual de Gernika. Quien diga que entre el actual y otro más amplio y ventajoso para Euskadi no hay lugar si no es para la independencia desconoce bastante de la teoría sobre la política.
Ahora bien, si la elaboración del nuevo estatus queda en manos de los partidos, es razonable pensar que el pensamiento de Urkullu y del presidente del EBB, Andoni Ortuzar, sean muy parecidos o coincidentes. EH Bildu ya ha manifestado su propia vía vasca, a la catalana e independentista. Desde el socialismo, Jáuregui ha manifestado: "El PNV sabe que la nación vasca es inviable y lo adorna de retórica". AP, predecesor del PP y de Arantza Quiroga, votó no al Estatuto de Gernika. ¿Habrá cambiado mucho? El único diputado de UPyD ¿qué piensa al respecto? Quiero decir: ¿llegarán los partidos a un acuerdo, aunque sea de mínimos muy mínimos? "¿Y si no hay acuerdo?", preguntaron en la entrevista escrita a Urkullu. Respuesta: "Abogo por el acuerdo entre diferentes. Impulsaremos una metodología para que lo busque". Y ¿si no lo encuentra?
Espero que hoy, el Alderdi Eguna del PNV, con los discursos del presidente del EBB y del lehendakari del Gobierno vasco aborde un tema que sin duda interesará a los presentes pues parece una constante: cuando este tema del estatus político presente, futuro o último, queda de lado, por lo que sea, se nota en el ambiente y en el resultado electoral de ese partido. Y, nacionalistas o no, la claridad de ideas, fines y métodos son siempre de interés político general.