Cataluña
EN agosto de 1933, Manuel Irujo se ocupó de una particular iniciativa: el viaje triangular de Galeuzca, como lo definió en su artículo publicado en La Voz de Navarra y en El Día de Donosti. El término no le era propio, lo había recogido del periódico The Manchester Guardian, ya que debemos señalar que Irujo mantenía una hemeroteca importante, estaba suscrito a importantes periódicos de la época, que consultaba con avidez, para mantenerse conectado a pensamientos de su tiempo, en los que no se hablaba de Europa como una comunidad política y en la que nuevamente los tambores de la guerra comenzaban a batir furiosos en la distancia.
Realizó un viaje, que cronicará tal cual un reportero, con punto de partida en Iruñea, pasando por Donosti y arribando a Bilbao, donde se completa el cupo de varias personalidades rumbo a Galicia. Entre otros, estaban los nabarros Jesús de Doxandabaratz y Ramón Goñi, Joseba Rezola, las emakumes Miren Sánchez Gamarra y Julene Urcelay, y varios periodistas. Van en dos coches. Irujo conducía uno de ellos, recorriendo el magnífico paisaje que desde Bizkaia, por la vía jacobea, acerca a Galicia, y en el que les suceden anécdotas entrañables: al verles la ikurriña flameando en el farol de los coches, se les saluda espontáneamente con un Gora Euskadi!, o la perplejidad que nos relata Irujo, con su punto de humor, del brioso repicar de las campanas de Oviedo, más fragoroso que el de Carcar, donde se las había prohibido tocar porque? su sonido ofende los sentimientos laicos del vecindario.
En Orense se encontraron con el grupo catalán y en Santiago, el 25 de julio, firman el Pacto Triangular en una reunión presidida por Francesc Maciá, llamado el abuelo de Catalunya, uno de los fundadores de Esquerra Republicana. "Ese hombre? levantaba la voz y se llevaba detrás a Catalunya" afirmó Irujo. En 1931 proclamó el Estado catalán.
Ese mismo agosto, Irujo se reunió en Lleida y Barcelona con Cortesao, Otero Pedrayo, Carrasco i Formiguera, que ayudó a Irujo a formular unas palabras de su discurso en catalán, luego fusilado por los franquistas, y el gran Castelao, el padre del nacionalismo gallego. Sobre la formulación de principios imperaba uno que imprimieron en estas palabras: El Pirineo ha dejado de ser español para ser vasco y catalán.
Estaban trabajando por la formulación de una Europa de los pueblos, donde los viejos agravios conquistadores se fueran rebajando para dar voz a las urgencias democráticas. Pero aquellas ideas adelantadas se iban a fundir en la fragua espantosa de la guerra que les venía. Franco, Hitler, Mussolini, Salazar, Stalin? estaban asentados en otros procesos mentales, retrasados y atosigadores, funestos para la humanidad. Son responsables de los cincuenta millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial y de su preámbulo en la península ibérica.
Tras el bombardeo de Gernika y la caída de Bilbao, en 1937, el lehendakari Agirre se refugió en Barcelona, donde fue recibido con extraordinario entusiasmo. Irujo trabajaba en la Delegación Vasca y en el Ministerio de Justicia de la Segunda República, renunciando a esta última titularidad por solidaridad con Catalunya, debido a lo que se consideró atropellos a su soberanía. Poco después, ganando Franco la guerra, Irujo, el lehendakari Agirre y el honorable Companys, que sería un año más tarde capturado por la Gestapo y entregado a Franco y fusilado en Montjuïc, en gesto simbólico, atravesaron la frontera catalana rumbo al exilio, hecho trizas el sueño de un Pirineo vasco y catalán, flexible y armónico, vía cuya trayectoria histórica estaba más cerca de los ideales libertarios cívicos que de la cerrazón militar de las fronteras.
Pienso, en estos días de la Diada y de su inmenso eco en los medios de comunicación nacionales e internacionales, en el sueño de aquellos hombres singulares en su preparación y aspiración y, aunque la Historia no fue clemente para ellos en ese tiempo, veo resucitar el viejo anhelo que los hizo luchar en el terreno de las ideas por la confraternización de los pueblos de Europa. El vasco, atlántico, posiblemente su habitante primordial, y el catalán, mediterráneo, descendiente, entre otros, de los viejos fenicios, anteriores a Roma. Como me decía el sabio benedictino Hilari Raguer en su inolvidable visita desde Montserrat a Altzuza: "?Somos la combinación de muchos pueblos, resultado de muchos cruces? ustedes los vascos mantienen la fórmula original. Pero ambos queremos libertad. Vascos y catalanes fueron antes que la formación de España por los Reyes Católicos, con su terrible lema un solo rey, una sola lengua, una sola religión".
Catalunya, a lo largo de su historia, ha querido poseer algo más que un estatuto o una estrecha franja económica. Ha reclamado siempre el derecho a su hermosa lengua y rica cultura, pilón fundamental que asiste a todo individuo y a todo pueblo, parte esencial de su dignidad. En estos momentos, además, está exhibiendo su reclamo político, social y económico, con las manos unidas en gesto alegre y solidario, en tan clamorosa orquestación que ha causado impacto en el mundo circundante, donde debido especialmente a la crisis económica, parece que la humanidad flaquea de ideales. Otra vez los catalanes intentan abrir el sólido portalón del Pirineo para repetir con la quebrada voz de nuestro -su muerte lo hizo de todos los hombres y mujeres que amamos la libertad-, Lluis Companys: "Porque tenemos la razón y porque tenemos fuerzas".