Fútbol, modelo y negocio
La intromisión de grandes clubes europeos en el capital deportivo del Athletic no es ajeno a que este cuestiona el sistema hipermercantilizado que ellos y los operadores televisivos controlan, lo que a la postre da la razón a la peculiaridad rojiblanca
EL finalmente no concretado intento de fichaje de Ander Herrera por el Manchester United ante la negativa a pagar la cláusula de rescisión de 36 millones que figuraba en el contrato del jugador con el Athletic Club parece detener lo que se ha entendido como una progresiva descapitalización deportiva del equipo rojiblanco que asombró a Europa en la temporada 2011-2012 y que han abandonado de distintas formas y con modos diferentes algunos de sus principales puntales entonces, como Javi Martínez, Fernando Llorente y Fernando Amorebieta. Confirma sin embargo y al mismo tiempo la eficacia tanto en la formación de jugadores propios como en la captación de aquellos acordes con la filosofía del club de los diferentes responsables técnicos de este en los últimos años y etapas, lo que ha supuesto una rentabilidad deportiva más limitada pero una rentabilidad económica más alta de lo previsto. Cierto es que habrá quien no sin cierta lógica anteponga el primer aspecto al segundo y cuestione dicha eficacia ante la imposibilidad en ciertos casos de mantener en el equipo a jugadores que han tenido una incidencia notable en los diferentes niveles de rendimiento del mismo en las últimas temporadas, pero no lo es menos que esa imposibilidad echa raíces -desde el mismo fichaje de Jesús Garay por el Barcelona en 1960- en el propio modelo que distingue al Athletic así como en las características y limitaciones territoriales y demográficas que lo definen. Fundamentar en la marcha de esos jugadores una supuesta conveniencia de revisión de los principios fundamentales del club -que la afición apoya además de forma mayoritaria- sería falsear la realidad al obviar que la situación sería idéntica en el caso de que el Athletic eliminara los límites que se ha autoimpuesto para captar jugadores, lo que supondría además una mayor relajación del compromiso sentimental que liga a los futbolistas profesionales con el equipo. Por el contrario, quizá quepa preguntarse si la intromisión de los grandes clubs de las grandes ligas europeas -Bayern, Juventus o Manchester- en el capital deportivo rojiblanco no se debe precisamente a que el éxito de este cuestiona el sistema de negocio -el Madrid acaba de pagar 100 millones por Bale- que esos grandes clubes y los operadores televisivos pretenden. Lo que, curiosamente, cargaría de razones al modelo Athletic.