Las dos caras del PP vasco
La constatación de la existencia de dos sensibilidades en el seno del PP explica pero no justifica la resistencia de Rajoy y de los populares vascos a dar nuevos pasos y a compartir con todos su visión sobre la normalización política y social en Euskadi
IÑAKI Oyarzábal y Borja Sémper, dirigentes del PP en Euskadi, han dado carta de naturaleza a la "existencia de dos sensibilidades distintas" entre los populares vascos y han confirmado que la posición a adoptar ante la normalización de la convivencia social y política en el País Vasco es la cuestión principal que marca la diferencia. Este reconocimiento no es un hecho habitual en la política, pues las direcciones de los partidos se suelen empeñar normalmente en ocultar la evidencia y rehúyen aceptar que en su seno puedan darse puntos de vista no coincidentes. Pero, reconocida la habilidad dialéctica de los dirigentes vascos del PP, no habría que olvidar que cuando las diferencias se enquistan en unos pocos temas y el debate no sirve para ir construyendo nuevas posiciones se corre el peligro de caer en un anquilosamiento que paraliza cualquier toma de decisión. Esto es lo que parece estar sucediendo en el PP de Rajoy y de Quiroga con respecto al tema de la normalización de la convivencia en Euskadi. Existen sectores de mucho peso en el seno del PP y en su influyente entorno mediático que, más por el interés de marcar a Rajoy que por convencimiento, pretenden imponer la tesis de que en Euskadi no ha sucedido nada y estamos como hace diez años, por lo que las reacciones y actitudes que los populares deben mantener han de ser las mismas que entonces. Y no es así. ETA y su comportamiento violento y totalitario han sido derrotados política, policial y socialmente, y la representación política que ha heredado su legado deberá dar aún muchos pasos para conciliarse con la comunidad a la que hasta hace dos años ha considerado su enemiga. Es cierto que no basta con que ETA haya dejado de matar. Es necesario que se mantenga un alto nivel de exigencia ética y democrática con quienes durante décadas han vulnerado los derechos humanos en Euskadi y es importante que se aclare todo lo sucedido para evitar que, como ha pasado en otras etapas de nuestra historia, el rencor perdure durante décadas. Pero también es importante que aquellos que desde el PP quieren entorpecer los pasos que el Gobierno de Rajoy podría dar pierdan su capacidad de marcaje y los populares se sientas libres para tomar parte en el debate de la normalización aportando su sensibilidad, que es la de los 130.000 vascos que les votaron en las últimas autonómicas.