Tráfico, multas y estadísticas
El anteproyecto de Ley de Tráfico incorpora más penalizaciones y una mayor cuantía en las multas por conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas, aunque se deben conjugar las medidas sancionadoras con otras de concienciación
PARECE ocioso someter a un cuestionamiento público cualquier reforma que implícitamente persiga una mejora sustantiva de las medidas de seguridad y presente como principal objetivo proteger y salvar vidas. El anteproyecto para modificar la Ley de Tráfico y Seguridad Vial es, en este sentido, una de esas ocasiones. Porque, en principio, lo que llama la atención es el incremento de la cuantía de las multas, las peculiaridades en el uso de casco por parte de los ciclistas y las situaciones en las que también cabe penalizar a los peatones. Los tres capítulos se brindan a un largo debate; de hecho, en lo que concierne al uso obligatorio del casco por parte de los menores de 18 años en las vías urbanas, queda a expensas de las decisiones que adopte en otoño la Comisión de Seguridad Vial después de escuchar las propuestas de asociaciones y expertos. En cuanto a las multas (pasan de 500 a 1.000 euros por conducir ebrio), siempre cabe la crítica al afán recaudatorio de la medida, en contraste con la educación y concienciación de la ciudadanía como medida preventiva, entre otras. Pero los datos a este respecto son escalofriantes e indican que casi la mitad (47,3%) de los fallecidos en accidentes de tráfico el año pasado había consumido alcohol, drogas o psicofármacos. De igual manera, más de la mitad (el 51,22%) de los peatones muertos por atropello dieron positivo por consumo de alguna sustancia. Es una realidad que existe un sector social al que las campañas preventivas no parecen afectarle y cuyo comportamiento hay que atajar, aunque pueda ser cuestionable el recurso a la socorrida multa. En cualquer caso, en los últimos años se ha producido un notable descenso de la siniestralidad en la carretera, aunque está llegando a una cota límite y en los últimos años se va estancando. A esta situación se ha llegado tanto por las mejoras en la red vial y en la seguridad de los vehículos como por la propia prudencia de los conductores. Desde luego que sería mejor adoctrinar y prevenir a través de campañas antes que multar, pero si horroriza la reciente tragedia ferroviaria de Santiago, no lo es menos que el año pasado murieron en las carreteras del Estado alrededor de 1.200 personas, unas quince veces la tragedia del Alvia en Galicia. Sobran más comentarios.