Fue aquella mente preclara de nombre Ana Botella quien descubrió para la humanidad la impagable teoría de las peras y las manzanas. "Las manzanas no son peras", nos dijo en plena tramitación de la ley del matrimonio homosexual mientras, en la aritmética, nos iluminaba con el concepto de la suma y el producto. El anteproyecto de reproducción asistida que barrunta el Gobierno español resucita la hipótesis y la extiende a la fecundación, viniéndonos a decir que de dos peras o dos manzanas no pueden nacer frutos de la sanidad pública, una ocurrencia que tampoco sirve para las medias manzanas, ni peras. Que se preparen ellas la macedonia, deben pensar, mientras se adivina el olor dulzón de la fruta fermentada de toda la vida.