Los últimos tienen que ser los burukides
CUMPLIÓ ochenta años Xabier Arzalluz el pasado 24 de agosto. Ocho décadas, de las que la mitad de su vida las ha dedicado al nacionalismo vasco hasta el punto de que la historia del PNV de los últimos cuarenta años no puede entenderse sin él. Sin su liderazgo social y político, sin su ardiente y atractiva oratoria, sin su crucial capacidad para el desafío y el encaje de los golpes, sin su cultura y trayectoria vital, sin la defensa del nacionalismo democrático e institucional en una Euzkadi rota en sus familias, sin su compromiso personal en 1968 bajo la dictadura tras un profundo proceso de reflexión, sin su condena de todas las violencias y la denuncia valiente de ellas, sin esa imagen consagrada por él que su trabajo era como el del perro del caserío, sin su abertzalismo y capacidad de negociación, sin su brillante, aunque corta, etapa parlamentaria, sin su larga mirada, su coraje y sentido de la ironía. Xabier Arzalluz ha sido el eslabón de acero de una larga cadena que se inició en 1895. ¡Y lo que te rondaré morena!
Un mes de mayo, Arzalluz, junto a Luis M. Retolaza estuvo en Sara, precioso pueblo de la muga, tierra de contrabandistas y de aquel alcalde Paul Douturnier, que además promovió la cría del caballo pottoka. Estando allí fueron a la iglesia y en ella vieron un libro de visitas que Retolaza comenzó a ojear para conocer lo que la gente había ido escribiendo. En una de las páginas leyó: "¿Cuándo vais a cerrarle la boca a Arzalluz?". El entonces presidente del EBB lo leyó y escribió debajo: "No me callaréis, ni me callarán, ni me cerrarán la boca mientras no consigamos la paz en Euzkadi". Todo un carácter y una definición política.
La guerra, el exilio, la dictadura, interrumpieron hasta 1977 el normal funcionamiento del PNV. Cuarenta años de plomo hicieron que surgiera la preocupación de que aquella antorcha de valores no conectara con las nuevas generaciones. Sin embargo, aquel fuego, traspasó la cortina de hierro.
Decían que una generación eran 33 años y ahora quince. Pertenezco pues a una etapa que si se estira como el chicle va por arriba con burukides como Ormaza, Saratxaga, Bergara, Zubiri, Goñi, Pujana, Arenaza, Sota, Olabarri, Zorrilla, Aguirre y por abajo llega a Urkullu, Ortuzar, Bilbao, Otxandio, Ormaetxea, Esteban, Mediavilla? estos últimos estrenando pantalones largos y afeitándose los primeros cuatro pelos pero que todos tuvimos el inmenso privilegio de conocer a los supervivientes de aquella larga marcha como Leizaola, Irujo, Ajuriaguerra, Arredondo, Solaun, Bereziartua, Bujanda, Elosegui, Ruidos, Moreno, Beiztegi, Bujanda y tantos gudaris que en 1977 volvieron a respirar con aquel primer Alderdi Eguna de Aralar y nos marcaron un camino y un estilo en momentos en los que la memoria histórica funcionó como un resorte y acabó con los agoreros que decían que el PNV era un proyecto del pasado, sin darse cuenta que aquel ideario tenía bases sólidas y estaba asentado y sometido a la gran prueba del algodón de la guerra en las conductas ejemplares y coherentes de una generación de oro.
Juan de Ajuriaguerra, presidente del BBB, tras negociar junto con Artetxe el Pacto de Santoña con los italianos al traicionar estos el mismo volvió con los suyos. Podía haberse quedado a resguardo en Baiona. No lo hizo. Su puesto estaba en seguir la suerte de los vencidos. No hizo lo mismo Azaña, ni Negrín, ni Prieto y el lehendakari Aguirre solo salió cuando le dieron la orden de hacerlo para dirigir desde fuera la lucha del pueblo vasco.
Pero aquel corajudo y digno burukide, ya en prisión, se puso en huelga de hambre, de las de verdad, y estuvo a punto de ser fusilado por su desafío hasta que, los burukides, encarcelados como él, le ordenaron cesar en la misma.
Por todo esto quiero hacer público un documento pleno de dignidad. Es una carta inédita que Ajuriaguerra escribió y envió clandestinamente al presidente del Euzkadi Buru Batzar, Doroteo de Ziaurritz. Lo hizo el 22 de diciembre de 1937 en plena orgía de fusilamientos de gudaris. Decía lo siguiente:
"Hemos leído las crónicas que habéis publicado el 7, el 14 y el 18. Como os podéis figurar, el mero hecho de leer cosas vuestras y de saber de vuestras preocupaciones nos produce una alegría grandísima y nos reconforta en gran manera. Vemos en ellas que no solo aquí hay escépticos sino que esta es una actitud que abunda también en esa. Escribidnos lo más a menudo posible y decidnos las cosas de la manera más clara, sea cualquiera la noticia que tengáis que darnos, pues aquí ya no nos enteramos de nada.
Leemos que habláis de canjes parciales. Ante eso permitidnos que os hagamos algunas consideraciones:
El orden debe ser: En primer lugar los condenados a muerte. En segundo, los condenados a reclusión perpetua sin firmar (que en muchos casos es condena a muerte). En tercer lugar, todos los demás. En relación con los condenados a muerte, los primeros los de la prisión de El Dueso (pues se rindieron fiándose de nosotros) y luego los demás. Sabéis quiénes son los de El Dueso porque están en las dos listas: en la de Santoña y en la de Larrinaga.
En cuanto a los burukides, os decimos con el corazón en la mano, que tenéis que dejarnos los últimos, por lo menos y sobre todo, a mí. No os podéis figurar lo que sería para todos nuestra salida. Supondría quizás un derrumbamiento de la moral, tanto de los nuestros como de los rojos. Nos consideran como sus padres y protectores, nos miran más que a través de nuestros ojos y no les importa la muerte si estamos nosotros aquí con ellos. Nos consultan las cosas más mínimas y las de mayor trascendencia pues tienen una total confianza en nosotros. Pues bien, todo eso se vendría abajo y se produciría un mal grandísimo si nuestra salida no fuera la última.
Yo he mantenido desde el primer día ante los instructores, ante los auditores y ante los jueces la tesis de que Franco no tiene derecho ni a juzgarnos ni a meterse con ninguno de los nuestros ni para obtener dinero, ni para obtener la libertad de sus prisioneros. Esa tesis, mantenida hasta ahora no podría yo mantenerla sino siendo yo el último de los canjeados.
No os podéis hacer una idea de cómo están los chicos aquí dentro. Si hoy dijeran vamos a fusilar a los cien últimos y pedirían voluntarios, se presentarían tantos que tendrían que echar a suertes. Es una verdadera borrachera de idealismo y de desprecio a la vida pero con la mente muy limpia, desechando toda idea y voluntad de suicidio.
Os escribiremos una carta a modo el día de Navidad después de los festejos que pensamos tener. Recibid un fuerte abrazo de todos los de aquí y uno muy fuerte en Jel de Jacinto (Juan de Ajuriaguerra)".
Nota: hemos recibido los periódicos y revistas. Adjunto cartas (copias) de fusilados. Decidle a Zarrabeitia que está en la cárcel el comerciante Ronge que venía en el avión con el consejero Espinosa y el capitán Aguirre".
Bueno pues esta carta, de una dignidad tan prístina, de una decencia y valentía tan redonda, y de un estilo de hacer política y asumir las consecuencias de las decisiones definen una generación y a un Partido. El nuestro, el mío, el eje de Euzkadi.
Me encantaría que esta carta estuviera transcrita y enmarcada en todos los batzokis para que las nuevas generaciones sepan que, hace 75 años, los burukides y gudaris de un partido humanista estuvieron con los suyos y pedían ser los últimos en ser canjeados para dar ejemplo.
Por eso en octubre queremos darle un arreón a una Asociación de Familiares y Amigos de aquellos gudaris y de aquellos burukides heroicos. La llama que encendieron no puede ni debe apagarse. ¿O sí?