Leía a Lucía Etxebarria refiriéndose a los arañazos privados en las arcas públicas: El fútbol es un negocio (deben 761 millones al Estado). Los toros, una tortura subvencionada (564 millones al año). El Senado y los gastos del Congreso, un lujo innecesario. El fraude fiscal una infamia (90.000 millones). Las pensiones vitalicias, una enorme falta de ética. La fe católica una opción subvencionada (8.200 millones al año). La salud un derecho público y universal... erosionado.
Estos días comentaba la prensa sobre los IVA comparados de la UE para bienes de consumo habituales. En lo referido al Estado español las cifras eran aparentemente las menos gravosas. Fuera de los básicos, Portugal en alimentación tiene un 23%, el IVA más alto y España el más bajo, 8%. Siendo parecida la diferencia de precio entre origen y estantería, el gran margen en Portugal va a las arcas públicas, a los ciudadanos; en España, no. Otro tanto en telefonía; al tener el IVA más bajo y tarifas más altas, el gran margen no va para las arcas públicas. Dos ejemplos: Alemania con doble población tiene la mitad de políticos que España; las transacciones financieras en España están exentas de IVA; un problema de obesidad y otro de permisividad institucionales. El hecho de que la fiscalidad esté por debajo de la media europea justifica al gobierno una subida de IVA como la prevista y más, pero no podemos descuidar que tanto el IVA ligado a precios como el IRPF a salarios tienen dos caras. Si suben el IVA, nuestro poder adquisitivo baja y la pobreza relativa sube.
El gobierno tiende a la armonía fiscal con la media de la UE; pero si no ajusta el poder adquisitivo y la redistribución fiscal, el esfuerzo de sustento para la mayoría de ciudadanos seremos por mucho... el país mas gravoso de Europa.