Vivimos tiempos donde potenciamos la enseñanza de idiomas, y hasta el chino es posible estudiar hoy, al haber academias donde lo puedes aprender, sin embargo hemos descuidado inculcar a las nuevas generaciones la importancia que tiene hablar correctamente, es decir, sin utilizar palabras soeces, sin soltar tacos y hace mucho más daño al oído, cuando estos vienen de ellas. ¡hostia! ¡de puta madre! ¡cojones! Así como al utilizar diversos tiempos del verbo joder, no digamos ya cuando oímos blasfemar, y que en ocasiones nos hace temblar.

Resulta curioso que estando tan de moda menospreciar la lengua española, los tacos no deben tener traducción a otras lenguas, dado que siempre los expectamos en el idioma de Cervantes, quizás porque al ser este tan rico en vocablos, no se ha creído necesario investigar su traducción para aquellos.

Debiera potenciarse desde niños la importancia que tiene hablar bien, y no puedo por menos que recordar a un título nobiliario donde hoy puede leerse en la fachada de lo que en su día fue su palacio, la siguiente frase: "¡En la casa del que jura no faltará desventura!".

Animo desde aquí al profesorado que inculquen a los niños la importancia que tiene hablar bien, que se acostumbren a controlar sus laringes inconscientes, porque hoy, que tan gratuitamente invocamos la palabra cultura, de seguir así, reafirmaremos lo de ¡dime de qué presumes, y te diré de qué careces!

Ya que ni los más viejos recuerdan que jamás se haya hablado tan mal. Y termino con unas reflexiones de Confucio: Cuando tenía 15 años, puse mi corazón en el aprendizaje; A los 30, estaba firmemente establecido; a los 40 no tenía más dudas; a los 50 sabía el designio del cielo; a los 60 estaba dispuesto a escucharlo; a los 70 podía seguir lo que mi corazón me indicaba sin transgredir lo que es correcto. Fin.