Crisis económica, de empleo y de gobierno
Los errores de cálculo y previsión, su consecuencia en estancamiento y destrucción de empleo, el ejemplo del Estado y el cambio de gobierno en el mismo llevan a una revisión radical de las políticas del Ejecutivo López y exigen , por tanto, un adelanto electoral
EN los últimos tres años, desde 2008, la economía vasca ha destruido nada menos que 61.460 empleos, uno de cada dieciséis del millón largo de puestos de trabajo que existían entonces. Pero no es el dato global del descenso de la ocupación sino el parcial del último año el que agudiza el desasosiego ante la incidencia social de una situación económica que, según todos los índices y previsiones, aún seguirá empeorando. Porque si la mayor parte de esos empleos se perdieron en los primeros meses de la crisis económica, los datos de 2011 solo sirven para evidenciar que lo que algunos anunciaron como la meseta previa a la recuperación -"Euskadi ha comenzado a salir de la crisis", dijo el consejero Carlos Aguirre ahora hace un año- en la que se mantendría la afección al empleo durante unos meses no era sino efecto de la ofuscación de quienes pretendían aún que sus erráticas políticas pudiesen siquiera contener a la misma. Los cerca de nueve mil puestos de trabajo destruidos en 2011, además de devolver los niveles de ocupación a ratios que se consideraban del pasado, similares a los de hace seis años, suponen una nueva recaída en la destrucción de empleo que rompe la liviana contención de los meses anteriores y cuadriplica los puestos perdidos en el periodo 2009-2010. Con el agravante añadido de que es el sector industrial, clave en la economía vasca, el que soporta junto a la construcción el mayor nivel de destrucción de empleo. El dato, además, llega cuando se acaba de conocer que la economía vasca se ha estancado y amenaza con romper cualquier viso de realidad en las previsiones realizadas por el Gobierno López para este año, lo que condicionaría de manera definitiva la inversión y el impulso público; cuando en Europa, incluyendo a Alemania y Francia, se anuncian amenazas de recesión, lo que lastraría las exportaciones que han venido manteniendo a duras penas las constantes de la economía vasca; y cuando en el Estado español la crisis de deuda se agudiza hasta concatenar récords negativos históricos que no parecen tener fin. Todo ello, desde los errores de cálculo y previsión hasta sus consecuencias en forma de estancamiento y destrucción de empleo y pasando por el ejemplo de lo acontecido a la economía estatal, lleva a considerar imprescindible una revisión radical de las políticas económicas del Ejecutivo que preside Patxi López, tanto por que se ha demostrado la insolvencia de las mismas como porque el previsible cambio de gobierno en Madrid, con la consiguiente alteración de los patrones de la política económica estatal, chocará con la aplicación en Euskadi de las recetas que Rajoy y el PP han demonizado. Y dicha revisión, al admitir la responsabilidad de los errores de gestión que han contribuido a incrementar los efectos de la crisis, solo puede tener como consecuencia un adelanto electoral similar al que el propio Patxi López contribuyó al cuestionar el liderazgo de Rodríguez Zapatero en el Estado.