SI algo está caracterizando al Gobierno de Patxi López son los continuos actos de publicidad y autobombo, donde una y otra vez se intenta trasladar que el mundo empezó cuando los socialistas accedieron al Gobierno con el apoyo del Partido Popular. El problema es que resulta difícil -si no imposible- maquillar la verdad y la cruda realidad muchas veces les juega alguna mala pasada. Recientemente hemos tenido un buen ejemplo en la Comisión de Sanidad del Parlamento Vasco.
Aunque el consejero Rafael Bengoa había pedido comparecer para exponer la preparación de la transferencia en materia de sanidad penitenciaria y su incorporación a la Sanidad Pública vasca, fue el viceconsejero Jesús María Fernández quien expuso la cuestión. Según sus palabras, se trata de una materia muy relevante, de un hito de gran trascendencia, y el Gobierno vasco es pionero en el Estado en la materialización de esta transferencia. Por cierto, un hecho tan importante para el Ejecutivo no mereció ni una sola palabra del máximo responsable sanitario, que permaneció en silencio durante la comparecencia.
Las representantes del PSE y del PP, por su parte, felicitaron efusivamente al Gobierno y subrayaron con sus palabras que este traspaso se ha hecho para "mejorar la atención sanitaria" de las personas presas, que es un "ejemplo de bien hacer", que "con esta transferencia se reconoce a unos ciudadanos que están viviendo en Euskadi los mismos derechos que tienen el resto de los ciudadanos en cuanto a acceso a la asistencia sanitaria".
Está claro que les traicionó el entusiasmo porque todo esto ¿qué quiere decir? Está muy claro: que el Estado -Instituciones Penitenciarias-, la administración responsable en materia de sanidad penitenciaria, no lo ha hecho bien; que no ha sido capaz de atender debidamente las necesidades sanitarias de las personas reclusas. Y cuando los socialistas han llegado a Ajuria-Enea, entonces han traspasado a Osakidetza no toda sino una parte de la competencia que, al parecer, les resulta dificultosa y problemática. Del resto de la competencia, que según el incumplido Estatuto de Gernika (ese que celebrarán a bombo y platillo el 25 de octubre) corresponde al Gobierno vasco, no se sabe nada. En fin, que ha habido muchas felicitaciones cuando no se han hecho bien los deberes. Y no se ha felicitado a quien consiguió la transferencia, que fue el PNV.
En este punto, quisiera subrayar que cuando hablo de deberes me refiero a los titulares de Instituciones Penitenciarias y a los partidos que han ostentado la responsabilidad a lo largo de los años. Porque me parece digna de reconocimiento la labor de los profesionales de la sanidad penitenciaria, al servicio de las personas internas, en un entorno con unas características muy especiales, con aspectos médico-legales y procedimentales complicados y, muchas veces, sin contar con todos los medios necesarios.
El caso es que, casualidad o no, la explicación sobre esta nueva transferencia se dio en el Parlamento Vasco la misma semana en que se inauguraba el nuevo centro penitenciario de Zaballa. Y la misma semana en que Instituciones Penitenciarias otorgaba al Gobierno vasco la Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario por el trabajo realizado para integrar la atención en las cárceles en el Sistema Vasco de Salud. Es decir, la misma administración que no ha sido capaz de prestar asistencia sanitaria a los reclusos de las cárceles vascas en condiciones de igualdad con el resto de la ciudadanía premia, el 23 de septiembre, a otra institución que se ha hecho cargo de la competencia apenas dos meses antes, el 1 de julio.
Sabemos que se ha trabajado durante el último año, pensamos que mucho y bien, para integrar la atención sanitaria de las cárceles vascas en Osakidetza. No esperamos menos de las personas que trabajan en nuestra administración. Es normal que las dos partes implicadas estén entusiasmadas pero, antes de dar premios, habrá que esperar a que transcurra un periodo de tiempo razonable que permita hacer una evaluación, valorar qué mejoras efectivas se introducen, cómo se atiende a las 1.500 personas recluidas en Basauri, Martutene y Nanclares-Zaballa, y con qué resultados...
De momento, sabemos que han cambiado los rótulos de las enfermerías; que van a implantar en los tres centros un sistema de teleconsultas ya probado en Nanclares; que se va a mantener la cifra de 43 personas que trabajan en sanidad penitenciaria, integrados en la plantilla de Osakidetza; que hay en marcha diversas comisiones; que el Gobierno vasco va a recibir por esta transferencia 9.035.000 euros aunque el coste real va a ser menor. Se conocen muchos datos, pero hay cuestiones que siguen en el aire.
Por ejemplo, el propio viceconsejero de Sanidad decía que las cárceles son, en realidad, centros de crónicos (aproximadamente 400 de los actuales 750 internos de Nanclares precisan medicación). Sin embargo, al preguntar esta parlamentaria si se ha previsto algún programa específico, dada la cronicidad de estos ciudadanos, la respuesta fue que no, que la población reclusa se va a beneficiar de las mismas condiciones asistenciales con que cuenta el resto de la ciudadanía? cuando sus características, condiciones y necesidades no son precisamente las mismas.
El Gobierno vasco considera suficiente la cifra de 43 profesionales transferidos por constatarse una tendencia a la baja en la población reclusa. Sin embargo, los datos indican justo lo contrario, que esta crece. Sin olvidar que, siendo actualmente 1.500 las personas presas en Euskadi, hay unos 1.800 ciudadanos vascos encarcelados en diferentes centros. La cárcel de Zaballa, con sus 1.300 plazas, está ya inaugurada, aunque sin internos. Está previsto un nuevo centro en Zubieta, y se mantiene el de Basauri. Si la vieja cárcel de Nanclares (cuyo destino aún no está claro) sigue funcionando, en dos o tres años la CAV podría contar hasta con 4.000 plazas. Las necesidades en personal podrían ser mayores.
Se ha dado un paso adelante y esperamos que haya mejoras, pero eso se sabrá con el tiempo. De momento, lo único que hemos visto es mucha propaganda y poca autocrítica.