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Más autogobierno, más tiempo

Las seis transferencias cerradas ayer en Madrid por el PNV superan de nuevo resistencias a cumplir las capacidades con que se dotó la sociedad vasca hace casi 32 años y dan otro margen frente a la crisis y para afianzar la situación política en Euskadi

EL acuerdo arrancado ayer al Gobierno español por el Grupo Vasco de EAJ/PNV en el Congreso de los Diputados para el cumplimiento de los compromisos adquiridos en octubre de 2010 por el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero a cambio del apoyo nacionalista a los Presupuestos Generales del Estado para el año en curso supone, en primer lugar, un avance más en las cotas del autogobierno vasco por cuanto asegura el cierre de seis traspasos -regulación de empleo, transporte marítimo y fluvial, transporte por carretera, archivos de titularidad estatal, ejecución de legislación del Estado sobre propiedad intelectual y la ampliación de servicios en enseñanza náutico-pesquera- lo que culmina el paquete de 11 transferencias previstas para el primer semestre de 2011 y avanza en otras materias -como la titularidad de las autopistas de peaje y de líneas de ferrocarril- previstas para el segundo semestre, lo que unido a las transferencias consumadas antes de finalizar 2010 suponen una veintena de materias transferidas. Pero también constata la perenne resistencia del Estado español, inalterable durante más de tres décadas pese a los diferentes signos de sus gobiernos, a la hora de cumplimentar el Estatuto de Gernika e incluso de cumplir los acuerdos posteriores que, en virtud de la presión política ejercida por la representación del PNV en Madrid, comprometían la ejecución de las diversas transferencias. La sociedad vasca, para acceder a su autogobierno, el que le concede el Estatuto de Gernika sin menoscabo de sus Derechos Históricos, se ha visto obligada con reiteración -y en las últimos dos años con el Gobierno vasco como mero espectador y receptor- a negociar el apoyo de sus representantes nacionalistas en las Cortes, es decir, a acordar de nuevo lo ya acordado, y a hacerlo con cuidado y detalle amanuense para evitar reticencias y, como ahora, incluso a plantear posturas de fuerza ante el temor al incumplimiento. Como prueba irrefutable de esa sempiterna obstrucción de Madrid a que Euskadi complete la capacidad de gobierno con que la sociedad vasca aprobó dotarse en el referéndum del 25 de octubre de 1979, las siete materias cuyos convenios quedarán aun pendientes treinta y dos años después y que son parte de la última lectura que ofrece el compromiso cerrado ayer. Porque el mismo abre la puerta a que el Gobierno que preside Zapatero negocie y alcance la estabilidad suficiente para completar la legislatura y, en ese caso, para avanzar no solo a la hora de afrontar la crisis, las derivaciones de la evolución griega y su posible afección, que preocupa especialmente para final de año, en la situación de las finanzas del Estado; sino también para añadir margen al afianzamiento del nuevo tiempo político que sigue abriéndose en Euskadi.