De cese en cese hacia la renuncia final
López debe asumir el perjuicio que causa al país prolongar en virtud de una exigua y artificiosa matemática parlamentaria un Ejecutivo tan inestable y acuciado por destituciones y dimisiones, incapacitado para su responsabilidad y carente de apoyo social
LA destitución en sus funciones del viceconsejero de Administración y Servicios del Departamento de Interior, Ernesto Martínez de la Hidalga, el hombre encargado de la relación con los sindicatos, se produce en plena crisis de la misma y tras haberse visto obligado el consejero Rodolfo Ares a desconvocar el día de la Ertzaintza ante la resistencia sindical, pero sobre todo confirma la inconsistencia del organigrama que el propio Ares ha impuesto a su departamento y que ha concatenado continuas alteraciones, cambios y ceses a todos los niveles afectando al funcionamiento de al menos cuatro direcciones, a la responsabilidad en las comisarías de las capitales vascas y a los mandos de Seguridad Ciudadana, de la Unidad de Juego o de la Unidad de Protección, entre otros. Sin embargo, y sin dejar de ser especialmente grave tal grado de inestabilidad en poco más de dos años y en una Consejería tan relevante y susceptible como la de Interior, es aún más preocupante que esa situación sea al mismo tiempo un reflejo de lo que acontece en todo el Ejecutivo que preside Patxi López. Tanto es así que este último cese y el también conocido ayer de la viceconsejera de Medio Ambiente, Nieves Terán, dentro del Departamento de Pilar Unzalu, elevan a seis el número de viceconsejeros que han abandonado su cargo en poco más de media legislatura -además de los dos citados, Pablo Angulo (Empleo), Pedro Hernández (Innovación), Ramón Etxezarreta (Política Lingüística) y David Urzainqui (Formación Profesional)- en otros tantas consejerías -Acción Social, Industria, Cultura, Interior, Educación y Agricultura y Pesca-, lo que supone que casi uno de cada cuatro viceconsejeros y en seis de los once departamentos del Gobierno han abandonado el gabinete. Si a ello se añade que el primer Consejo de Gobierno de López nombró hace dos años a 34 altos cargos que se entienden afines y cesó a otros 39 del anterior gabinete y que desde entonces han dimitido o se ha cesado a una veintena larga de cargos de confianza, solo cabe deducir que el Ejecutivo López vive en un brete continuo que le incapacita para desarrollar cualquier política coherente y prolongada en el tiempo y le aboca a una crisis definitiva azuzada por la falta de respaldo social, como ha quedado en evidencia de modo reiterado en los análisis sociológicos y ratificado de manera nítida con la debacle socialista en las elecciones municipales y forales. Prolongar artificiosamente en el tiempo y en virtud de una exigua e interesadamente alterada matemática parlamentaria un gobierno de tamaña inestabilidad, incapacitado para ejercer en una situación económica como la presente y acorralado por una realidad social absolutamente contraria, solo puede provocar un enorme perjuicio a nuestro país del que la propia sociedad vasca se cobrará las pertinentes responsabilidades.