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Osakidetza, objetivos e incentivos

Bengoa debe aclarar cuáles han sido las metas de gestión previstas, cuáles las alcanzadas y su traducción presupuestaria para descartar que detrae en beneficio de sus directivos la denunciada pérdida de calidad en el servicio a los ciudadanos

LA constatación de que el Servicio Vasco de Salud, Osakidetza, ha trasladado al ámbito público la práctica, relativamente habitual en el sector privado, de primar con incentivos el logro de determinados objetivos de gestión ya se podría considerar en cualquier caso discriminatoria respecto al resto de los trabajadores de la Sanidad vasca que hubiesen participado en la consecución de dichas metas en un periodo de crecimiento y desarrollo del servicio. Sin embargo, resulta especialmente indefendible cuando el reparto de un millón de euros entre los 125 directivos que reconoce Osakidetza coincide en el tiempo con una teórica política de austeridad que ha llevado a recortes salariales y de personal y, en consecuencia, a un deterioro de la asistencia que se ofrece a la ciudadanía y que tanto la sociedad como los profesionales de la sanidad pública han venido denunciando en los últimos meses. En primer lugar, el aumento de los 762.883 euros contemplados en los prepuestos a los citados 947.499 euros ha resultado en un plus medio de más de siete mil euros a cada alto cargo, lo que es más que un agravio comparativo con los treinta mil trabajadores de Osakidetza que han sufrido una doble reducción de sueldo a consecuencia de la traslación por el Gobierno López del recorte del 5% decretado por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero y la reducción del 3,5% en diversos complementos salariales que, además, pueden ser ampliados en los próximos meses y que, según fuentes sindicales, han supuesto ya para los empleados de la sanidad pública vasca una pérdida de más del 10% de su poder adquisitivo. En segundo lugar y aun si Osakidetza esgrime que dicha práctica no es reprochable legalmente, que efectivamente no lo sea depende de que el máximo responsable de la Sanidad vasca, el consejero Rafael Bengoa, especifique claramente cuáles han sido los objetivos de gestión previstos, cuáles los logrados y, sobre todo, cómo se han traducido a nivel presupuestario para que hayan dado lugar a que la partida contemplada en las cuentas para incentivar a los directivos se haya disparado en un 24%. Entre otras razones porque podría darse la paradoja de que los pluses abonados a los cargos del departamento relativizaran en gran medida la virtualidad económica de unas metas que principalmente han sido cumplidas en el ámbito de la moderación del gasto en personal, moderación por otra parte obligada debido a los recortes impuestos a la masa laboral de Osakidetza, con el riesgo de que la sociedad vasca pudiera entender que Bengoa y su equipo no solo no cumplen los fines de una buena gestión sino que detraen en beneficio personal de sus directivos el ahorro en la calidad del servicio que deben garantizar a los ciudadanos, en cuyo caso sí compartirían lo que, según el art. 252 del Código Penal, es característica básica del delito de apropiación indebida.