El jueves 12 de mayo, nuestro hijo de tres años de edad iba a ser intervenido de un testículo en el hospital de Cruces. La operación estaba planificada desde hacía tres meses y medio por el Servicio de Cirugía Pediátrica y era la segunda vez que se le iba a operar por el mismo motivo.

Los padres planificamos días de vacaciones para estar con el pequeño, cuidando el preceptivo reposo tras la intervención, acudimos a la cita previa con el anestesista, mentalizamos al niño de que iba a ser operado, nos mentalizamos nosotros mismos e hicimos frente a los nervios y al lógico temor que entraña cualquier intervención quirúrgica.

Por fin llegó el día. Habíamos sido citados a las diez de la mañana. A las nueve y cuarto, estando de camino en el coche, nos comunicaron por teléfono que el niño no iba a ser operado ya que habían surgido dos operaciones de urgencia. En ese momento, ni siquiera nos emplazaron para otra fecha próxima. Tan solo eso: Asier no iba a ser operado.

Ante esa situación, decidimos continuar hasta Cruces para interponer la correspondiente reclamación en el Servicio de Atención al Paciente, reclamación que no sirve de nada ya que es a posteriori de una decisión ya tomada unilateralmente por el hospital.

Solicitamos también, en ese momento, una entrevista con el jefe de Cirugía Pediátrica, quien personalmente nos explicó el porqué de esa decisión: había dos operaciones urgentes que realizar a dos niños. A estas había que añadir las otras intervenciones no urgentes y planificadas como la de nuestro hijo. El problema era que no había tiempo material ni cirujanos ni quirófanos para poder hacer frente a todo. La solución era anular alguna de las intervenciones. Y tocó la de nuestro hijo.

No vaya mi queja contra el jefe del Servicio de Cirugía Pediátrica ni contra persona alguna de su equipo. Desarrollan su trabajo con los medios que se les proporciona y estoy seguro de que son los primeros en comunicar a sus superiores las carencias, deficiencias y mala gestión que observan cada día.

Mi denuncia está dirigida a los que dirigen el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza. ¿Qué servicio de salud tenemos que obliga a cancelar una operación planificada hace meses porque surgen de imprevisto tan solo dos operaciones urgentes? ¿Es esta la previsión que tienen? ¿No era posible operar en ese momento tanto los casos urgentes como los no urgentes? ¿No hay cirujanos? ¿No hay quirófanos? ¿Se está escatimando en gastos para la salud pública?

La calidad en el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza empeora día a día. Es palpable. ¿Va a seguir empeorando, consejero Bengoa?