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Mismas políticas, similares efectos

El aumento del paro y la tasa de destrucción de empleo en Euskadi, idéntica a la del Estado español, también se explican en la asunción acrítica de diagnósticos y medidas dictadas en Madrid pese a las diferentes características y situación económicas

UNO de cada diez vascos en edad laboral se encuentra en paro, según los datos difundidos ayer por el Eustat, lo que confirma que Euskadi está, al menos en cuanto a la repercusión social de la situación económica, muy lejos de las infundadas afirmaciones realizadas tras el verano por Carlos Aguirre, consejero de Economía del Gobierno que preside Patxi López. Aguirre anunció primero el inicio del final de la crisis y después una mejora en la tendencia del desempleo en el último trimestre de 2010 cuando todas las previsiones (y el sentido común aplicado a la estacionalidad) apuntaban ya en sentido contrario. Ahora llega la demostración evidente. Euskadi, cierto es, sigue teniendo la mitad de paro que el Estado español -10% frente al 20,3% a la espera de que este último dato sea confirmado por la Encuesta de Población Activa que se publicará el día 28- pero ha copiado o superado la tasa española de destrucción de empleo durante el pasado año (1,2%) con 13.800 parados más en una población activa de poco más de un millón de personas. Y posee una tasa de ocupación del 64,6%, medio punto inferior a la del pasado año y más de cinco puntos por debajo de la que presentaba en 2009. Es decir, la tasa de paro, comparable aún con la de la Unión Europea, debe ser matizada, especialmente si la tendencia de la misma, no precisamente positiva, no se coteja con la del Estado español sino con la de las principales economías europeas y especialmente con las de sus (otros) mercados preferentes. Así, mientras Alemania y Francia parecen haber iniciado una senda de crecimiento -en el caso alemán con un porcentaje récord del 3,6% del PIB, el mayor de las dos últimas décadas, y una creación de empleo del 0,5%-, Euskadi sigue anclada en una situación muy similar a la de hace doce meses y sensiblemente peor a aquella en la que se encontraba hace veinte, lo que no se explica únicamente en la influencia directa de la economía del Estado español en la economía vasca. De hecho, es a partir de la asunción acrítica de los diagnósticos y las políticas económicas dictadas en Madrid y como consecuencia de la aplicación automática de recetas idénticas pese a que la crisis global se reflejaba en Euskadi con síntomas y un nivel de afección diferente al que presentaba la economía española, que se comprueba una paulatina confluencia de los datos socio-económicos vascos con los de la media estatal aun a pesar de las evidentes divergencias que presentan ambas economías. Si pretende empezar a superar la crisis y sus efectos, entre ellos el principal del paro, Euskadi precisa de una política económica propia, acorde a sus peculiaridades productivas, que hasta el momento el Gobierno vasco no ha definido. O lo que es lo mismo, más cercana a las que se aplican en Europa que a las que se han venido anunciando por el Gobierno español.