ESTIMADO señor Van Rompuy: Vaya por delante que creo en su competencia, en el papel que desempeña y en la institución que encarna. Le escribo para animarle a que en el trabajo que desarrolla cada día considere como un aliado al Partido Nacionalista Vasco. Le digo esto porque he leído unas declaraciones suyas efectuadas en la televisión flamenca en las que decía "no conocer ningún partido nacionalista que sea europeísta". Y con estas líneas espero que cambie de parecer.
Tuve ocasión de conocerle personalmente en la reunión que mantuvo en el Parlamento Europeo con el grupo ALDE, el pasado 12 de mayo. Quizá recuerde que entonces le expresé todo el apoyo de mi partido, el Partido Nacionalista Vasco, a la institución de la presidencia permanente y que reclamé de usted la puesta en marcha de un proyecto claro de institucionalización europea, un desarrollo exhaustivo del Tratado de Lisboa y un liderazgo nítido y perceptible. Ese impulso acompañado de más transparencia es muy necesario para la Europa en la que creemos los que siempre hemos apoyado una verdadera unión de las naciones y los estados que conviven en este continente.
Precisamente por eso, en el pleno en que se hizo balance de la presidencia española, la primera rotatoria tras la entrada en vigor del tratado de Lisboa, defendí sin tapujos el final del sistema de presidencias semestrales, porque me parece mucho más consistente la presidencia permanente que usted desempeña. Reconozco sus méritos como facilitador de acuerdos en asuntos tan importantes como la gobernanza económica y la supervisión financiera que quizá no hubiesen sido posibles sin las discretas gestiones que usted ha desarrollado en la sombra. Ello no ha evitado que se le haya impedido, creo que por simples celos, que participe en el primer pleno sobre el Estado de la Unión que celebramos el pasado mes de septiembre. En todo caso sepa que cuenta con mi reconocimiento y apoyo.
Desde estas consideraciones previas, me gustaría animarle a que nos conozca mejor. El Partido Nacionalista Vasco es federalista y europeísta desde que esas ideas comenzaron a manejarse en Europa y lo ha demostrado siempre con hechos, no sólo con palabras o declaraciones de papel en sus asambleas. Nuestra organización interna es federal. Aplicamos la descentralización y la integración en nuestra propia realidad institucional. Pero además somos profundamente europeístas. Tras la Guerra Civil española y en plena dictadura franquista, nuestros más destacados líderes, entonces en el exilio, participaron activamente en la fundación de los Nuevos Equipos Internacionales de la Democracia Cristiana Europea y en iniciativas como la fundación del Movimiento Europeo. El primer presidente del Gobierno vasco, José Antonio Agirre y Lekube se integró e impulsó estas iniciativas de modo entusiasta desde la modesta dimensión que tenemos como nación europea. Entregado a esa misión conoció y trato a los padres de la Unión, a personas como De Gasperi, Schuman o Adenauer.
Para nosotros, el federalismo fue siempre un sistema de organización eficiente y pluralista y un procedimiento adecuado para encauzar nuestros problemas de reconocimiento nacional. Nos parece además un mecanismo concreto y posible de cooperación, de construcción de una Europa unida, edificada con transparencia y desde abajo hacia arriba. El concepto básico se llama integración. Por eso, la Unión comenzó siendo la Europa de los Pueblos, una idea pensada para conseguir una suma real de todas las realidades institucionales, culturales e históricas que forman la fotografía real de Europa.
Bajo el mandato del PNV, la comunidad autónoma vasca, no por casualidad, fue la primera región del Estado español en abrir delegación en Bruselas, actuación que fue saludada por las autoridades estatales con un recurso ante nuestra corte constitucional que perdieron por exceso de nacionalismo. Con aquella sentencia en la mano, regiones y nacionalidades incluidas en el reino de España imitaron el ejemplo. Desde la perspectiva parlamentaria, igualmente nos hemos integrado con entusiasmo en la CALRE y dirigimos en su seno un proyecto sobre democracia, participación y nuevas tecnologías. Yo misma fui presidenta de esa organización durante 2008, periodo durante el cual colaboramos estrechamente con el Comité de las Regiones y las instituciones europeas en desarrollar experiencias que nos permitiesen poner en marcha el protocolo de subsidiariedad.
Podría seguir dándole centenares de datos y referencias pero ése es el espacio que reservo a los libros que acompañan a esta carta. Me permito enviarle una edición multilingüe de nuestra contribución a la convención europea y un libro que resume nuestra trayectoria durante la postguerra española y europea: Estación Europa. Voy a recomendarle además la lectura de todo un tratado sobre federalismo, La causa del pueblo vasco, escrita por el vicepresidente del primer gobierno vasco y también miembro del PNV, Francisco Javier de Landaburu. Y como Europa es un asunto también de valores no me resisto a enviarle De Gernika a Nueva York pasando por Berlín, escrita por nuestro primer presidente (lehendakari) José Antonio de Agirre. En sus páginas encontrará la radiografía de una persecución contra una persona y la ciudadanía a la que representó. Por eso le animo a que nos examine con curiosidad y sin prejuicios. Nunca encontrará en nosotros comportamientos como el localismo o el nacionalismo con el que operan algunos Estados. Como dicen los miembros del recién constituido grupo Spinelli, entre los que se encuentra el jefe de filas de mi grupo, el señor Guy Verhofstadt, ese tipo de comportamiento es una idea del pasado y un obstáculo real para que Europa llegue a tener algún día una voz potente, propia y única en el concierto internacional.