De un libro, que bien podría llevar por título el de esta carta, se ha deshojado y llevado el cierzo el capítulo de una vida el pasado sábado. Es la vida de un hombre que en su juventud primera luchó contra el fascismo por la libertad y la justicia, pero los vencedores de nuestra incivil guerra fueron miserables, ruines, crueles, vengativos? Y pagaron el derroche de su generosidad, entrega y fuerza con dolor, represión y castigo. Mas no lograron poner en su mirada -la más limpia y clara que vi nunca- una sola nube de rencor, resentimiento u odio.
Hizo tres años en el comienzo del verano que pude contemplar aquella con sosiego y calma por última vez, en Boroa. Jamás la olvidaré. Los pequeños círculos de sus ojos albergaban los mejores cielos del norte de Aragón (su tierra), con ese azul tan claro y transparente como sólo logra pintar en ellos el viento laminar, fuerte y frío del norte algunos días de invierno.
Tiene un alma alada, que imagino volando feliz y libre por el horizonte infinito que sus pupilas mostraban. Era un hombre que hacía concebir la esperanza -cimentada en su ejemplo- de que algún día, por las tierras de España, y del mundo, deje de vagar la sombra de Caín.